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Una ley más laxa que la española, pero con médicos más estrictos

La legislación española del aborto (aprobada en 1985) es muy parecida a la actual ley portuguesa, que fue promulgada un año antes, en 1984. En España está despenalizada la interrupción voluntaria en caso de violación (12 semanas), malformación fetal (22 semanas) y grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la mujer (sin plazo). En Portugal, los plazos son de 16 semanas (violación) y de 24 semanas en caso de "grave enfermedad o malformación congénita" del feto. En cuanto al riesgo para la madre, la ley está también formulada sin plazo de tiempo, "si es el único medio de evitar a la embarazada un peligro de muerte o de lesión física o psíquica grave e irreversible".

La gran diferencia entre los dos países tiene que ver con la aplicación práctica de ese último supuesto: muy laxa en España, absolutamente estricta en Portugal, donde sólo 906 mujeres logran abortar legalmente cada año.

La cifra no debe ser mucho más alta en España, porque las clínicas privadas realizan el 98% de los abortos desde que en 1986 se promulgó el decreto ley que las reglamentaba. Por diversas circunstancias (la negativa de los médicos, cuyo código deontológico directamente prohíbe el aborto, y la persecución judicial a mujeres y profesionales), Portugal no completó la ley con una regulación de establecimientos privados, y eso acabó convirtiendo el aborto en un tabú y abocó a las 20.000 mujeres que necesitan abortar cada año a la clandestinidad.

O a viajar a España, donde las mujeres abortan a petición y la inmensa mayoría de los 80.000 abortos que se realizan cada año se resuelven con la firma de un psicólogo que acredita el peligro para la salud psíquica de la madre.

El 15% elige España

Según un reciente estudio, el 15% de las portuguesas admite elegir España. Se calcula que 6.000 mujeres viajan anualmente a Badajoz y Mérida, sobre todo, aunque algunas, las que más medios económicos tienen, optan por Madrid. La clínica más conocida en Portugal es Los Arcos, de Badajoz, que en 2006 atendió a más de 3.000 mujeres del otro lado de la raya. "Portuguesas y muchas inmigrantes también", cuenta Yolanda Hernández, la directora de la clínica. Los Arcos se anuncia hace años en la prensa lisboeta con un reclamo amarillo encabezado con un eufemismo: tratamiento voluntario del embarazo. "Es la condición que nos ponen algunos medios para evitar ser acusados de fomentar el aborto".

Las mujeres portuguesas pagan en torno a 400 euros por intervención en Los Arcos y son atendidas en portugués (ya suponen más del 60% de los ingresos). Todas vuelven encantadas del trato humano que reciben. Independientemente del resultado de ayer en el referéndum, Los Arcos ha anunciado que abrirá una clínica en el centro de Lisboa en las próximas semanas.

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