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Columna
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La noria

Manuel Rivas

En la Oda triunfal, el señor Pessoa, por boca de Álvaro de Campos, viene a decir: "En la noria del fondo de mi quinta, el burro da vueltas y vueltas. Y el misterio del mundo tiene el mismo tamaño". Esa es la clave. La noria. También en el fondo de esta era de España hay una noria. El burro da vueltas y vueltas. El círculo que traza no es muy grande, ajeno al espacio de realidad donde vive la gente, pero desprende la hipnótica impresión de que todo lo abarca. Así, al señor Pérez Tremps no lo han recusado sus colegas conservadores del Tribunal Constitucional. No se trata de un asunto a dilucidar por el intelecto, como demuestra el hecho de que esos mismos magistrados habían rechazado con anterioridad la recusación. Además, Pérez Tremps no escribió su trabajo para la reforma del Estatuto catalán sino antes de que se pusiera en marcha ese proceso. ¿Qué sucedió entonces? La noria. La inercia imperativa de la noria tiene ese efecto de modificar voluntades, curva a curva, haciendo creer que uno piensa lo mismo que cuando pensaba lo contrario. Hay tiempos históricos en que suceden cosas que luego resultan inexplicables, incluso para los que tomaron las decisiones causales. ¿Por qué se montó el caso Dreyfus o se desbocó el maccartysmo? Por la noria. ¿Por qué se ha vuelto a "expulsar" a Unamuno y ratificar al tirano como "alcalde honorífico a perpetuidad" de Salamanca? ¡La noria, señoras y señores! El movimiento tenaz, abductor, de la noria. La noria te descentra totalmente, aunque estés convencido de que no te mueves. Crees estar leyendo, pero lo que hacen tus ojos es vigilar. Ya lo decía Bufalino de los autores contemporáneos en El malpensante: "El escritor no lee a sus colegas: los vigila". Todos somos víctimas de la noria. Aznar se apuntó a un disparate bélico que en su día nos colocó de diana y que ha transtornado el mundo y su futuro. Ahora lo escucho conmovido. Me recuerda al valeroso soldado Schwejk, pero en superior. Fíjense. Después de todo lo que ha pasado, después de apoyar semejante guerra por un falso señuelo, él mantiene una envidiable sonrisa. La culpa es de la noria. El burro da vueltas y vueltas. Y en el fondo del pozo ríe la nada.

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