Apagón en el centro de la Vía Láctea
El astrofísico holandés Erik Kuulkers, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), dice que no cree en milagros, y por eso sólo da una explicación para una curiosa observación realizada por su grupo.
En abril del pasado año el telescopio espacial de rayos gamma Integral, de la ESA, apuntó hacia el centro de nuestra galaxia y se encontró con que una decena de objetos emisores de radiación de alta energía estaban apagados, en palabras de Kuulkers. "Es raro, pero sólo puede ser pura casualidad", señala.
Esa observación es sólo una de las muchas que lleva a cabo Integral en su programa de observación del centro de la Vía Láctea, una región sobre la que aún quedan muchas preguntas. Cuando se observa con telescopios ópticos, los más antiguos en la investigación astrofísica, el centro de la galaxia aparece envuelto en una densa nube de gas y estrellas. Los telescopios para observar en el rango del infrarrojo, más recientes, pueden atravesar la nube, pero no son los más adecuados para estudiar objetos muy energéticos, como el gran agujero negro que se cree que ocupa el centro mismo de la galaxia y que tiene una masa de un millón de soles. Para ese tipo de monstruos celestes los mejores telescopios son los que detectan radiación de alta energía, los rayos X y gamma, pero ha habido aún muy pocos telescopios de esa clase y por eso aún falta mucho por saber sobre el centro galáctico.
De ahí que Kuulkers, que trabaja en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) de la ESA en Villafranca del Castillo (Madrid), iniciara hace dos años un programa de observación que incluía obtener una instantánea del centro galáctico cada tres días -se interrumpía los tres meses al año que el centro galáctico no es visible para Integral-.
La mayor parte de las fuentes que aparecían en la foto, cuenta Kuulkers, son sistemas formados por dos objetos, de los que uno es una estrella de neutrones o un pequeño agujero negro de unas diez masas solares. En ambos casos se trata de objetos con mucha fuerza de gravedad, fuerza con la que roban materia a su estrella compañera. Eso hace que estos sistemas emitan energía de forma variable: "Cuando la materia cae al pequeño agujero negro no lo hace directamente, sino que forma un disco a su alrededor. Y de ese disco la materia no acaba de caer al agujero de forma continua, sino a intervalos". Puede haber semanas o meses de quietud entre periodos de emisión de energía.
Cuando en abril de 2006 Integral sacó su instantánea, 10 de los sistemas binarios más próximos al centro de la galaxia estaban tranquilos. Eso, que, por supuesto, no es en sí mismo ni bueno ni malo, puede acabar siendo una buena noticia para los observadores.
Normalmente, la emisión de estos sistemas oculta la de fuentes más débiles, como, precisamente, la del agujero supermasivo del centro de nuestra galaxia. Por sorprendente que pueda parecer, el gran agujero negro, en el centro mismo de la Vía Láctea, llamado Sagitario A*, emite en realidad poca energía: "Al contrario que los agujeros pequeños de los sistemas binarios, Sagitario A* apenas tiene a su alrededor materia que lo alimente y además es poco eficiente a la hora de convertir materia en luz", explica Kuulkers. Ahora, gracias al apagón, tal vez llegue a detectarse también la (escasa) materia que cae a Sagitario A*.
Integral fue lanzado en 2002 y da vueltas a la Tierra en una órbita muy elíptica, que alcanza los 60.000 kilómetros de altura.
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