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Reportaje:AULAS

Pioneros del modelo oficial

Un colegio y un instituto de Sevilla promueven intercambios de libros y el uso de la biblioteca entre sus alumnos

El libro se llama El misterio de la mujer autómata. Un título intrigante para unos alumnos de segundo de ESO cuyo cometido es adivinar el argumento que se esconde tras él. "No es difícil. Sólo hay que imaginar", exclama uno de los estudiantes de esta clase de lectura semanal que se imparte en Instituto Itálica, de Santiponce, en Sevilla.

Éste es uno de los centros que, por iniciativa de sus profesores, tienen planes lectores anteriores al de la Junta. "Lo recibimos encantados. No es usual que se convoquen proyectos y den el dinero a priori", opina Francisco Galván, el director del IES Itálica.

La Consejería ha proporcionado ya a los centros los 4.500 euros de subvención destinados al desarrollo de un proyecto de Lectura y Biblioteca. "Es un plan estupendo, pero llega un poco tarde", opina Abel Sainz, profesor y coordinador de la biblioteca del colegio Algarrobillo, de Valencina, otro de los centros que ha desarrollado ya numerosas iniciativas de fomento de la lectura.

En estos centros se dedica, al menos, una hora semanal a la lectura, tal y como exige ya Educación. Además, en el IES Itálica se intenta vincular la biblioteca a contenidos relacionados con asignaturas tanto de ciencias como de letras. "Tenemos un taller de lectura impartido por docentes del área científico-técnica", afirma el director del Itálica, donde se ofrecen actividades como una books party (intercambio de libros), feria del libro, talleres por las tardes y certámenes literarios.

En el colegio público Algarrobillo también hay iniciativas variadas, aunque destaca la implantación del algarrobín: la moneda de cambio exclusiva para lectores que se utiliza durante el mercadillo literario. También tienen biblioteca para padres y un día del libro. "Ese día los alumnos de 5º y 6º leen cuentos a los de Infantil", explica José Peña, director del centro. Aún así, el coordinador de biblioteca admite que "es difícil incitarles a leer porque diversifican sus actividades en los medios audiovisuales". Aunque algunos se han enganchado. "Yo ahora tengo tres libros en la mesilla. Uno de Quica superbruja y dos de Harry Potter", afirma Laura, que estudia 5º en este centro.

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