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LA CRÓNICA
Columna
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Política turística

La actualidad política de la Comunidad Valencia se trasladó a Madrid la pasada semana. Era inevitable que ese gran escaparate que es la Feria Internacional de Turismo lo aprovecharan nuestros políticos, cuando nos encontramos, prácticamente, en campaña electoral. En Fitur, hablaron de turismo Francisco Camps y Joan Ignasi Pla. Lo que ambos dijeron en Madrid podrían haberlo dicho en cualquier lugar de la Comunidad Valenciana pero, en tal caso, es probable que sus palabras no hubieran alcanzado la misma resonancia. Los periódicos, vaya usted a saber por qué, suelen prestar gran atención a cuanto sucede en Fitur.

Esta feria es un fenómeno curioso, que nadie ha explicado hasta ahora de una manera satisfactoria. Durante años, he leído decenas de artículos en los que se aseguraba que, como feria de turismo, Fitur carece de utilidad práctica. Sin embargo, observo que en cada edición aumenta el número de ayuntamientos que se exhiben en ella. Los mismos periódicos que publican estas críticas a la feria, envían luego corresponsales para que cuenten lo que allí sucede. Puedo asegurar que jamás he leído una información relacionada con Fitur que hablase de cuestiones económicas. En cambio, conozco con pormenor quién ofrece los mejores langostinos, dónde puede comerse un buen arroz o qué personaje popular ha visitado un pabellón. Hay quien asegura que la feria no es más que un invento de Madrid para llenar los hoteles en una época del año de baja ocupación. La idea no es descabellada.

Este año, por lo que respecta a la Comunidad Valenciana, el picante lo ponía la presencia de zaplanistas y campistas en las instalaciones. La expectación no se ha visto defrauda. Se ha escrito mucho más sobre las idas y venidas de unos y de otros, o sobre los desplantes que fulano a hecho a zutano, que de turismo propiamente dicho. Claro que cuando Francisco Camps y Joan Ignasi Pla han pretendido hablar del tema, la cosa tampoco ha quedado muy clara. Leyendo lo que ambos políticos han dicho en Fitur, no se acaba de entender por dónde pasa el futuro turístico de la Comunidad Valenciana. Ante la desesperación de los hoteleros, los únicos que parecen tenerlo claro al día de hoy son los vendedores de casas.

Tal y como se ha publicado en la prensa, la intervención de Camps resultó confusa. Calificar los grandes proyectos de la Generalidad como las "fábricas del siglo XXI" es una buena idea publicitaria, pero algo falta de elaboración. Si, además, uno se empeña en hablar de la industria valenciana en una feria dedicada al turismo, acaba desconcertando al personal, como sucedió en Madrid. En cuanto a la "hoja de ruta" propuesta por Pla, no deja de ser un repertorio de buenas intenciones y lugares comunes. ¿Alguien discute que para resolver los problemas del turismo se cuente con las personas implicadas, o que se mejore la promoción de la Comunidad Valenciana?

Días atrás, el gerente de la asociación de hoteles de Alicante, Vicente Marhuenda, publicó un artículo en la prensa sobre el futuro turístico de la provincia. En él, proponía una reflexión que fijara unos objetivos para, a partir de ellos, trazar las estrategias comerciales necesarias. Recomendaba Marhuenda observar lo que se está haciendo en otros lugares -Instituto Balear de Turismo, Consorcio de Turismo de Madrid- para "aprender lo que no sepamos y mejorar lo que ya sabemos". "Se necesitan", afirmaba el directivo, "grandes dosis de realismo, empezando por reconocer que ni somos los mejores ni estamos a la cabeza de ninguna clasificación turística en ningún segmento". ¿Hace falta decir más? Ahora, compare el lector lo dicho por los políticos con lo escrito por el profesional y extraiga sus propias conclusiones sobre el porvenir turístico de la Comunidad.

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