Todo vale

No hay que escandalizarse por el hecho de que Javier Arenas aproveche la campaña del referéndum del 18-F para promocionar a su partido de cara a las elecciones municipales y autonómicas. Y no sólo a su formación sino, también, a todos y a cada uno de los candidatos a las principales alcaldías y a él mismo como alternativa a Manuel Chaves. La consulta popular sobre el nuevo Estatuto queda relegada a un segundo plano. En todo caso, es utilizada como excusa para postularse como el único partido capaz de llevar adelante el nuevo texto una vez aprobado. Esta estrategia no incita, precisamente, a la participación y, ni mucho menos, al voto afirmativo que propugna oficialmente el PP. En este sentido, llama la atención lo poco que se están prodigando, no ya Arenas, sino los alcaldes de las capitales andaluzas, a los que no se les ve, precisamente, partiéndose el pecho por sacar adelante esta empresa política a la que se sumó el PP muy a última hora. Pero todo tiene un origen. Arenas ya confesó nada más aterrizar en Andalucía, tras el último fiasco electoral sufrido, que tenía "hambre de gobierno". Y está claro que para resolver tan dramático ayuno cualquier vía le resulta útil. Incluso se recurre al asunto del terrorismo. El objetivo es llevar el debate a terrenos que le son más propicios.

Se desvirtúa así el verdadero sentido que debe tener una campaña como ésta, pensada para explicar a la ciudadanía las características del texto que se somete a su aprobación. Para ello se ha librado una cantidad considerable de dinero público que ha de ir destinado a tal fin. Sin embargo, hemos observado que determinadas fuerzas políticas han aprovechado la ocasión para lanzar la figura de sus respectivos dirigentes y alcaldables de la forma más descarada posible.

Manuel Pastrana, de UGT se ha atrevido a denunciar esta práctica en la que han incurrido tanto el PP como IU y PA. Por menos llevaron en su día al mismo alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, del PSOE, a los juzgados. Le acusaron de malversación de fondos públicos al enviar a los vecinos una carta anunciando medidas a aplicar por parte del gobierno socialista. La denuncia no fue a ningún sitio, pero su recuerdo pone de manifiesto cuánto de incoherencia hay en la postura de un partido que no duda en utilizar fondos públicos para el mayor realce de la figura del líder. Todo ello sin olvidar el espectáculo que se puede contemplar en determinadas televisiones municipales, como es el caso de la de Cádiz, cuya alcaldesa, Teofila Martínez, del PP, se niega a dar cabida en el órgano de gobierno de dicho medio público a la oposición mientras bombardea a la audiencia con profusión de anuncios a favor de su gestión.

Así las cosas, en esta semana, hay posibilidad de corregir errores. Tal vez no sea del todo saludable una excesiva bronca entre las principales fuerzas que constituyen el bloque del sí. Arenas ya ha pedido que cesen los ataques, pero, a buen seguro, los próximos movimientos tendrán mucho que ver con los nuevos sondeos que están por llegar y en los que se apunta no sólo una tendencia creciente en cuanto a la participación se refiere en este referéndum sino, igualmente, la escasa progresión, por no decir retroceso, que sufre el PP en relación a la intención de voto. Ese estancamiento puede que explique tanto afán propagandístico.