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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Espiral palestina

Han sido numerosas las ocasiones en que, durante los últimos meses, el presidente Mahmud Abbas y el jefe del Gobierno islamista radical de Hamás, Ismail Haniya, han asegurado estar al borde de un acuerdo para acabar con la lucha entre las dos principales facciones palestinas. Casi en otras tantas han anunciado la inminencia de un Gobierno compartido que pusiera fin a lo que cada vez más adquiere perfiles de enfrentamiento civil. Pero la realidad les ha desmentido siempre, y la situación se ha ido agravando hasta convertir Gaza en un territorio sin ley donde ya es corriente que en poco más de 24 horas muera casi una treintena de personas y los heridos se cuenten por centenares. Las treguas nominales se suceden como papel mojado.

El enfrentamiento entre palestinos es cada vez más difícil de detener, porque los agravios de sangre se replican en otros nuevos y los odios se multiplican exponencialmente con cada muerto más. Con el agravante de que los dos bandos enfrentados, la OLP y Hamás, cuyas discrepancias permanecen tan intactas como cuando los integristas islámicos ganaron las elecciones hace casi un año, se preparan abiertamente para un definitivo ajuste de cuentas, como lo muestra su creciente rearme. Estados Unidos, implicado hasta ahora en el adiestramiento de la guardia presidencial, ha decidido incrementar su asistencia, casi cien millones de dólares, al resto de fuerzas bajo control del moderado Abbas, más de 13.000 hombres, que recibirán armas y municiones a través Jordania y Egipto con la aprobación israelí.

El agravamiento de la crisis interpalestina, recrudecida por la decisión de Abbas de convocar nuevas elecciones, anatema para Hamás, se produce a la vez que todos los indicadores regionales se deslizan alarmantemente hacia el rojo. No sólo Irak está en caída libre, víctima de un incontrolable terrorismo sectario que actúa como una dinamo y cada día bate la marca de asesinatos de la jornada anterior. Líbano, a merced de poderes exteriores, también coquetea abiertamente con el conflicto civil, mientras la debilidad política israelí se acentúa por una sucesión de escándalos gubernamentales e Irán está cada vez con más nitidez en el punto de mira militar de Estados Unidos.

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Resulta decididamente timorata, en este sombrío paisaje, la reunión mantenida el viernes en Washington por el adormecido cuarteto que se supone impulsa la acción diplomática en Oriente Próximo. Todo lo que Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU han acordado esta vez es apoyar una iniciativa estadounidense para intentar revivir las conversaciones entre Israel y los palestinos a través del presidente Abbas, el interlocutor occidental. La degradación absoluta de la situación política y las condiciones de vida en los territorios palestinos, la ausencia de cualquier expectativa de futuro, exige mucho más y más rápidamente de los poderes internacionales.

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