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LITERATURA DIBUJADA

Detrás de la etiqueta

NOVELA GRÁFICA (NG) no deja de ser una etiqueta, que además no gusta a todos. Acertada o no, ha acabado por imponerse rotundamente, primero en el mercado y ahora en los medios de comunicación. Y su gran virtud ha sido la de dar visibilidad al cómic, sacándolo de la borrosa tierra de nadie que venía ocupando para situarlo, por fin, en un lugar digno del mapa cultural. Ya no se dirá impunemente, como se pudo leer no hace mucho en este mismo suplemento, que el lenguaje de los tebeos es simple y vulgar. Pero la NG no representa la madurez del cómic. El cómic ya era mayor de edad hace mucho. Es, acaso, una segunda juventud.

La NG no pretende imitar a, o ir a remolque de, la Literatura, tampoco dar preeminencia a lo literario sobre lo gráfico. No hablamos de novelas acompañadas de dibujos. Lo que viene a proclamar la NG es que el cómic es un arte narrativo plenamente desarrollado, y con un lenguaje y unos recursos propios e intransferibles -y bastante más complejos y sofisticados de lo que se aprecia a simple vista- que lo proveen de un potencial y unas capacidades comparables en todo a las que posee la literatura.

La NG no es un género, es un formato. En él caben, y se dan, como en la novela, todos los géneros. Si admitimos que todo cómic es narrativa gráfica, entonces la NG aludirá a cierta extensión en el número de páginas y a un soporte físico similar al habitual en la novela literaria. Pero el formato NG no confiere, per se, categoría artística especial a un cómic, al igual que los formatos tradicionales del cómic (tiras, historietas cortas o álbumes) no son necesariamente, por su extensión, de menor categoría artística.

Yo diría que, más allá de un formato que tiene la virtud de no poner límites artificiales a la extensión de una obra, lo que de verdad confiere categoría de NG a un cómic es la intención, o la ambición, de su autor: esa aspiración, compartida con la mejor literatura, de indagar a través del arte en las luces y las sombras de la condición humana. Y es por eso, porque ha habido en el pasado muchos autores con esa aspiración, que ya existía la NG mucho antes de que se inventara el formato. Lo llamábamos cómic de autor.

Después de años clamando en el desierto por el reconocimiento de la dignidad artística de la historieta, nos toca a los autores, ahora que las miradas se giran por fin hacia nosotros, la responsabilidad de seguir creando obras con el interés, la calidad y la altura artística que los nuevos lectores nos exigirán.

Max es uno de los creadores españoles más destacados y autor de títulos como El prolongado sueño del Sr. T. y El carnaval de los ciervos.

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