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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una Europa sin identidad

José Luis Pardo

Tres ensayos abordan la encrucijada del viejo continente, que ha perdido la hegemonía mundial que tuvo y busca su espacio en un mundo cada día más desorientado.

Hay quienes recuerdan con nostalgia aquel tiempo en el que la fuerza de Europa se confundía con la historia del mundo (según cálculos de Edward Said, en 1914 controlaba casi el 90% de la superficie habitada del planeta). Pero el hacer historia universal tiene un alto precio: su formidable expansión marítima y terrestre llenó el mundo de sus fantasmas, algunos hermosos y otros terribles, espejos que reflejaron sus vicios y sus virtudes y que ahora, rotos en mil pedazos, vuelven a ella en sus horas bajas como espectros amenazadores y figuras de un miedo desacostumbrado. Y es que Europa es también el nombre de un gran experimento, el de la modernización o, si se quiere, la "europeización" del orbe.

Uno de sus laboratorios más fascinantes fue, sin duda, el que se erigió en Estados Unidos, que por esta razón suscitó muy pronto la curiosidad de los intelectuales que se hicieron cargo de pensar la modernidad también como un problema teórico. Claus Offe nos propone comparar tres de estas miradas europeas sobre América, que son tres maneras en las que Europa se contempla excéntricamente a sí misma y descubre algunos de sus rasgos más equívocos. El más conocido de estos viajes, el de Alexis de Tocqueville, signa de algún modo esa mezcla de estupor, atracción, rechazo, extrañeza, entusiasmo y familiaridad que Estados Unidos produce a los europeos: América era entonces una nación incipiente, más libre de pasado y también más inconsciente, una especie de "Europa inacabada" en la que se podían presentir los conflictos que ya afloraban en el viejo continente pero que estaba aún a tiempo de corregir sus defectos. Así se lo pareció también a Max Weber, que cruzó el Atlántico para asistir a un congreso y realizó una intensísima experiencia geográfica e intelectual, entrevistándose con líderes de todos los estamentos relevantes mientras acumulaba observaciones para su investigación acerca del espíritu del capitalismo.

Pero si ambos presentían que Estados Unidos, para lo mejor y para lo peor, acabaría por llegar al mismo punto en el que ya estaba la madre colonizadora, Theodor W. Adorno, el tercero de los viajeros consultados por Offe, tuvo una impresión casi contraria y presintió la americanización de Europa. Él, que no había llegado a América como curioso ni como invitado, sino como refugiado, y que por tanto hizo un movimiento migratorio más convencional (las colonias eran el lugar al que la metrópolis exportaba lo que no cabía en ella), viajó poco (casi únicamente a Nueva York y Los Ángeles), aunque residió mucho más que Weber y Tocqueville (11 años), se movió casi siempre en círculos germanohablantes, no se involucró en la actualidad del país, y volvió a Alemania convencido de haber visto en América el destino de Europa, al menos en lo que concierne a una cultura de consumo de masas en la que comenzaba a diluirse toda la desgastada discursividad ideológica. En ese momento, la más lograda de las fantasías europeas ya había hecho de Europa una simple provincia de su imperio y ponía en marcha un gigantesco proceso de "des-europeización" del mundo. Como dice acertadamente Zygmunt Bauman, este nuevo poder universal ya no es expansivo ni ocupante, sino más bien compresor y fugitivo: domina mediante el aire y el fuego, deshace la historia más que hacerla, y en lugar de colonizar o invadir impera ampliando cada vez más esa zona ciega de extraterritorialidad, carente de soberanía, en la cual la nueva fuerza -que ya no tiene el rostro napoleónico del Estado nacional- ataca y huye como un relámpago.

De esta flamante forma de dominio no escapan ni Europa ni Estados Unidos, desde el momento en el que la lógica económica ha decidido desligarse de la política y, por tanto, liquidar el Estado social de derecho que representa el umbral de mayor dignidad alcanzado por las instituciones occidentales. Casi todos los colaboradores del volumen Buscando imágenes para Europa comienzan recordando este "pesimismo" que parece abatirse sobre un continente humillado en su antiguo orgullo y que descubre su profunda irrelevancia en el actual desconcierto internacional; pero también muchos de ellos nos recuerdan, no lo que Europa hizo, sino lo que hizo a Europa, lo que constituye su origen y lo único en lo que podría cifrarse su "identidad", ahora que tal cifrado parece indispensable para la supervivencia: eso para lo que sólo tenemos un término anacrónico, ambiguo y algo pretencioso, la filosofía.

Pero es una identidad con la que es imposible identificarse porque, como declara Vincenzo Vitiello citando a María Zambrano, ser europeo sólo significa, en este sentido, "saber vivir en el fracaso". ¿Será posible extraer de esta "inferioridad" europea una ventaja capaz de contraponer al realismo hobbesiano de los señores de la guerra otra política de inspiración netamente crítica precisamente por su condición desarmada? Una vez le escuché a Bauman exponer su propia distinción entre optimismo y pesimismo: un optimista -venía a decir- es el que piensa que este mundo es el mejor de todos los posibles; un pesimista es el que sospecha que el optimista tiene razón.

Ser optimista sería, desde luego, indecente en el actual estado de Europa y del mundo; pero lo sería aún más dar la razón a los grandes optimistas de nuestro tiempo. La gran contraofensiva que hoy se requiere, nos dice el sociólogo, es de nuevo una lucha contra el miedo. Pero ¿quién teme a Europa y a quién teme ella, recorrida como en tiempos de Marx por un extraño fantasma, que ahora se llama identidad? ¿No será acaso a sí misma como -según la expresión de Jacques Delors- OPNI (objeto político no identificado)?

Traducción de L. Álvarez-Mayo. Katz Editores. Buenos Aires, 2006. 160 páginas.

Europa. Una aventura inacabada.

Traducción de J. Etorena. Losada. Madrid, 2006. 213 páginas. 17 euros.

Buscando imágenes para Europa. Varios autores.

.Círculo de Bellas Artes. Madrid, 2006. 329 páginas. 13 euros.

Autorretrato a distancia. Claus Offe.

Zygmunt Bauman.

Traducción de M. Caro y otros

Celebración del año nuevo 2007 en la plaza de la Universidad de Bucarest, con banderas rumanas y de la UE.
Celebración del año nuevo 2007 en la plaza de la Universidad de Bucarest, con banderas rumanas y de la UE.EFE

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