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Reportaje:

Las películas del tío Jess

El Museo de Bellas Artes bilbaíno dedica un ciclo al prolífico director de cine Jesús Franco

Jesús Franco (Madrid, 1930) cree que no tiene ningún mérito haber dirigido dos centenares de películas a lo largo de casi cinco décadas. "Es que he dedicado más tiempo al cine que a otra cosa. Me gusta mi oficio y casi no lo considero un trabajo. Es un placer", decía ayer Franco, o Jess Frank, como ha firmado muchos de sus trabajos. Aficionados de medio mundo le han convertido en un autor de culto y le conceden el título de "rey del cine de serie B". El Museo de Bellas Artes de Bilbao inicia hoy un ciclo dedicado a su prolífica producción cinematográfica, que ofrecerá a lo largo de siete semanas 15 películas dirigidas por Franco y otros tres títulos vinculados a su figura rodados por Fernando Fernan-Gómez, Orson Welles y Pere Portabella.

"El cine necesita, al menos, 20 personas. Por eso no es bueno el cine español"

Las 200 películas dirigidas por Franco han abarcado todos los géneros cinematográficos, desde el musical al terror, desde el género de aventuras al cine erótico. "Todos los géneros, no", precisa. "Nunca he hecho un western. Me da vergüenza poner a dos paletos de Almería vestidos de vaquero. ¿Cómo se lo van a creer los espectadores si a mí me da la risa? " El cine, sobre todo, le ha hecho feliz a lo largo de toda su vida, como recogió en el libro Memorias del tío Jess, publicado hace dos años. "Ahora que puedo elegir entre otras cosas, el cine sigue siendo lo más importante de mi vida, junto a esta criatura [señala a su mujer, la actriz Lina Romay] y la música de jazz", sentencia.

El propio director ha elegido los títulos "menos malos" de su obra, dice, para el ciclo de la pinacoteca bilbaína. Comenzará esta tarde (19.00) con la proyección de un mediometraje dedicado a Pío Baroja, que rodó en 1959. "Es una buena manera de empezar. No es una pendantería ni un latazo. Tiene elementos emotivos y trata con mucho cariño la figura de Baroja. Era un tío genial", explica el autor. Después vendrán sus títulos más conocidos, como Gritos en la noche (1961), una película de terror que consiguió éxito en el mundo entero, y Célestine, bonne à tout faire (1974), que hasta ahora no ha sido estrenada en España.

Franco rechaza que exista una jerarquía entre los géneros cinematográficos. "Los hay para la gente pedante. Una películas de terror o una película erótica son cosas distintas; puede ser igualmente interesante o igualmente repugnante la una que la otra. ¿Qué quiere decir género?", se pregunta. "Todos los estilos valen". Ni cree en quien le encumbra como rey de las películas de serie B. "Soy más bien republicano", contesta entre carcajadas. "Y no sé que significa eso de la serie B. Se dice que es serie B cuando es malo. Hay que romper esas clasificaciones de entomólogo".

Además de tocar casi todos los géneros, ha sido un hombre-orquesta que ha asumido la producción, ha sido guionista, director de fotografía, compositor de la música, actor o montador de sus trabajos. Fue de Orson Welles, con quien colaboró en Campanadas de medianoche, de quien aprendió que "ser obrero" de las propias películas resulta muy bueno.

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Antes de que fuese atrapado por el cine, Franco era músico, un trompetista loco por el jazz. Las historias contadas con imágenes ganaron a la música, pero de los grandes del jazz ya fallecidos ha tomado prestados los nombres para crear los pseudónimos con los que ha firmado muchos de sus trabajos, obligado por los distribuidores que consideraban excesivo el número de títulos que sacaba al mercado. "Tomar los nombres de los músicos era un homenaje cojonudo. Clifford Brown, y cosas así, eran buenos nombres, comerciales y sonoros".

"Mi proyecto vital es hacer el cine que a mí me gusta, con la pretensión, quizá exagerada, de que le guste a más gente", remarca Franco. Nunca ha dado mucha importancia a los medios materiales para poner en marcha sus múltiples proyectos. "Es cierto que para hacer una película hace falta dinero, pero no tanto siempre. Hay películas muy bien hechas que no han tenido tantos medios". Franco se ríe antes de dar su opinión sobre el actual cine español. Penelope Cruz no aguanta, en su opinión, la comparación con las otras cuatro candidatas al Oscar a la mejor actriz. "Es como comparar El Quijote con un tebeo", remarca. El cine español es el que ahora le hace "menos feliz". Franco atiende al cine europeo y americano, pero también a las películas de Asia. "El cine necesita la colaboración sin problemas de, al menos, 20 personas. Por eso no es bueno el cine español: no hay manera de poner de acuerdo a 20 españoles. Es un defecto congénito".

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