_
_
_
_
Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

México lindo y herido

El Centro de Estudios Andaluces, en Puebla del Río (Sevilla), muestra estos días, y hasta el 28 de Febrero, una conmovedora exposición: Los colegios del exilio en México. El hábito -triste hábito-, de considerar la catástrofe cultural que supuso el exilio republicano desde el punto de vista de la literatura, la universidad y la ciencia (y lo que nos quedó aquí, la caterva de paniaguados franquistas que tuvimos que padecer las generaciones posteriores), hace más hiriente la visión desde este otro ángulo del problema, con el que apenas contamos: el de los sencillos maestros republicanos que también se unieron a la diáspora. Pero resulta que su labor fue tan trascendental para los países de acogida, o acaso más, como la de las grandes figuras. Pues con su fermento, el del modelo educativo de la II República, que en buena medida recogió el de la Institución Libre de Enseñanza, se fundaron muchos centros de enseñanza, bastantes de los cuales siguen vigentes, de un modo u otro. Solamente en México, según nos ilustra esta exposición con sus emotivos testimonios materiales -actas, cuadernos, lápices, pupitres...- hubo hasta tres grupos de estas instituciones ejemplares: el Instituto Luis Vives, los colegios Cervantes, y las escuelas freinetistas, más otros centros derivados del mismo impulso, como la Academia Hispano Mexicana, el Colegio Madrid, etcétera. En todos ellos se propugnaba una enseñanza en grado de excelencia, con un fuerte componente humanístico, en el que se formaron muchos de los que luego han sido eminencias y líderes del país hermano. Suerte que ellos tuvieron de contar con aquella oleada de sabiduría, gracias a la inteligente y generosa visión del presidente Lázaro Cárdenas.

Entre los muchos actos que programó la Consejería de Cultura en la reciente Feria del Libro de Guadalajara, hubo algunos especialmente significativos, que a los escritores que tuvimos la suerte de compartirlos nos llenaron de alegría: visitar centros de enseñanza, donde se nos recibió con los brazos abiertos y con la naturalidad de quien espera a un compatriota. (A veces es más fácil sentirse español fuera de España que dentro). Entre nosotros fueron muy comentados varios aspectos de estas experiencias: la buena formación de los alumnos de preparatoria (preuniversitarios) y su no menos sorprendente educación cívica, lo atentos y respetuosos que se mostraban, con nosotros y con sus profesores. Y a todos se nos vino a la cabeza la inevitable comparación con lo que percibimos a menudo en los contactos con nuestros propios adolescentes.

Pero más curioso aún resultaba comparar las situaciones políticas del momento, en cierto sentido inversas, y en otro cierto análogas. En aquellos días -finales de noviembre-comienzos de diciembre- México estaba sacudido por una inflamada discordia: la de los dos bandos en contienda por la presidencia de la República (Obrador / Calderón), que delante de las cámaras escenificaban las peores lacras de la política. Entre nuestros comentarios de atónitos observadores no faltó quien dijera: el pueblo mexicano no se merece esta clase política. Pues tampoco falta decir que en las calles, en los contactos de la Feria del Libro, percibimos el mismo grado de civismo y de buena educación que entre los alumnos que se preparaban a entrar en la universidad. La cuestión era: cómo este país tan hermoso, con tanto fermento español de la mejor clase, ha desembocado políticamente, tras los setenta años del PRI, en una escisión tan grave y rotunda entre la ciudadanía y los partidos políticos. México lindo y... herido, pensé. Pero no tardé mucho en aplicarme el cuento, a lo que vamos viendo estos días en España. Y en ambos casos: ¿dónde quedó la levadura de la buena educación republicana?

De mis notas del acto inaugural de la Feria, el 25 de noviembre, conservo algunos trallazos, de entre los muchos con los que nos sacudió Carlos Monsivais, el gran humanista mexicano, flanqueado en aquel momento inolvidable por Carlos Fuentes, José Saramago, Gabriel García Márquez, Nadine Gordimer... Con su amarga y lúcida ironía, diseccionó el difícil momento por el que atraviesa su país, haciendo advertencia, en primer lugar, de cómo las fuerzas conservadoras preparan un cambio del artículo 44 de la Constitución, para introducir, de contrabando, la enseñanza religiosa en las escuelas públicas mexicanas. (El pensamiento otra vez se nos disparó hacia España). De cómo se prepara también "la expulsión del humanismo de la educación" y, más arteramente, "la infantilización de la sociedad" a través de la televisión.

En una de las vitrinas de la exposición de Puebla del Río puede leerse este poema de Pedro Garfias, el buen poeta de Osuna a quien admiraba Borges: "Qué hilo tan fino, qué delgado / junco de acero fiel nos une y nos separa / con España presente en el recuerdo, / con México presente en la esperanza. / Repite el mar sus cóncavos azules, / repite el cielo sus tranquilas aguas / y entre el cielo y el mar ensayan vuelcos / de análoga ambición nuestras miradas" (Revista Sinaia, 12 de junio de 1939).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_