"Los presos recibieron el atentado con desconcierto y frustración"
Patxi Zabaleta (Leitza, 1947) encabeza Aralar, un partido independentista y abertzale que nació como escisión de Batasuna tras la tregua de Lizarra y es ahora el mejor referente de lo que puede ser la izquierda abertzale sin ETA.
Pregunta. Ha reconocido que su caída del caballo se produjo al romper ETA la tregua de Lizarra, cuando se va de Batasuna y encabeza un partido de izquierda e independentista: Aralar. ¿Puede reproducirse su experiencia?
Respuesta. Podría. Desde la fundación de la izquierda abertzale existen dos almas en su seno: una daba prioridad a la política. Durante años, hemos hecho un ejercicio de salvedad de los principios éticos y morales, aunque, estando en HB, mis discrepancias con atentados como los de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez fueron públicas. Pero me convencí de que esa dialéctica no era posible cuando ETA reconoció en 1999 que había hecho una tregua trampa. Quienes estábamos en HB, pese a diferencias políticas y éticas, nos sentimos los más engañados.
"ETA sólo puede abrir ya un proceso si anuncia su cese total, definitivo y unilateral"
P. ¿Cree que ahora hay posibilidades de que prospere una división en Batasuna con la coexistencia también de dos sensibilidades?
R. Más que una escisión en Batasuna, lo que querríamos desde Aralar es que volviera a los principios de Anoeta, donde se llegó a aproximar de forma muy importante a las tesis de Aralar y puso las bases políticas para el futuro de una izquierda abertzale.
P. ETA ratificó la declaración de Anoeta en un comunicado y al final no ha cumplido.
R. La alabó, pero no la acató en un comunicado críptico donde tampoco se comprometía a obedecer. Después ha demostrado que no está dispuesta a que prospere la pacificación mientras no se progrese en el campo político. Nada más lejos de lo que se dijo en Anoeta.
P. Aralar ha sido el partido nacionalista más exigente con ETA, a la que reclama el cese definitivo de su actividad, sin contrapartidas políticas.
R. Creemos que, en un final dialogado, a ETA le corresponde hablar de desarme, de presos y de una reparación moral a las víctimas. No tiene que haber precio político por el final de ETA, pero en el análisis que hicimos del proceso constatamos que se estaba dando un precio político. Ahora lo está cobrando el PP y en otros momentos lo quiere cobrar Batasuna. Y concluimos que tenía que darse una apuesta radical que supusiera un salto cualitativo para desarmar a los que estaban en contra del proceso. No se ha dado ese salto cualitativo y sí el contrario. Exigimos a ETA que proclame el cese definitivo y garantizado de las armas y, además, que sea unilateral, no consecuencia de una concesión por parte del Estado.
P. ¿La resistencia de ETA a escuchar el clamor social permite concluir que en su dirección hay una nueva generación?
R. La organización no es nueva, es la de antes, pero ha perdido su principal activo para ser agente político: la credibilidad. Tras Barajas, nadie va a creer la declaración de una tregua de ETA. Como la base sobre la que se asienta una tregua es la credibilidad, a ETA no le queda ya la posibilidad de influir diciendo que va a hacer una tregua, ni de abrir ningún proceso, porque los ha cerrado todos. Sólo puede abrirlo anunciando su cese definitivo y total, garantizado y unilateral.
P. Aralar tiene acceso a muchos presos individualmente. ¿Cómo han recibido la ruptura?
R. Con desconcierto y frustración. En el debate, Zapatero dijo una frase críptica al afirmar que la política penitenciaria no había sido el obstáculo de este proceso. Nosotros creemos que ETA ha relegado el tema de los presos porque se ha dedicado a otras cosas.
P. ¿Qué ha fallado en el proceso: ETA, Zapatero o los interlocutores?
R. Sinceramente, creo que el procedimiento. En su declaración del Congreso, Zapatero ya mezclaba los planos político y de pacificación. Esa misma confusión ha impulsado ETA con su descabellado afán de ser vanguardia, pero lo que ha fallado ha sido el planteamiento. También ha faltado realismo. ¿Quién se acuerda de debates tan ridículos como que no puede haber mesa en Navarra?
P. ¿Cómo se explica que, tras la reunión de diciembre entre el Gobierno y ETA, sectores gubernamentales y dirigentes abertzales emitieran mensajes optimistas mientras desde ETA salía la orden de romper la tregua?
R. Ha habido un cambio en la correlación de fuerzas de la dirección de ETA que explica la pretensión de tutela política, pero no creo que llegue a desembocar en una escisión. El atentado es, cualitativa y cuantitativamente, enorme porque supone acabar con toda una forma de actuar previa que necesariamente va a originar consecuencias. Y tenemos que luchar ideológicamente para que sean positivas. La mayor cobertura que hoy tiene ETA son los acebes y compañía.
P. Una consecuencia directa es que Batasuna no va a poder presentarse a las elecciones.
R. Aralar se opone a que no puedan participar. Es darles el argumento emblemático de quienes defienden recurrir a la violencia.
P. ¿Les conviene la participación de Batasuna? Nafarroa Bai, la coalición electoral en que Aralar es mayoritaria, puede convertirse en decisiva en esa comunidad.
R. Nafarroa Bai es el instrumento político que va a ser la garantía del cambio político en Navarra y creemos que eso desvirtúa completamente las estrategias de plantear el objetivo de la territorialidad que se han planteado en las conversaciones de este proceso.
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