El Gascoigne argentino
La recaída en el alcoholismo del Burrito Ortega convulsiona la vida deportiva de su país, donde se pide un mayor cuidado para estas adicciones
A principios de semana, todo parecía en su sitio para Ariel, El Burrito, Ortega, que venía de marcar un gol y de dar otro con su equipo, el River Plate, frente al Racing de Avellaneda en un partido amistoso en Mar de Plata, el viernes anterior. "Me siento en forma", les dijo a los periodistas. "Va por el buen camino", añadió su entrenador, Daniel Passarela. Nadie podía imaginar lo que sucedió 24 horas después. Tras visitar en un hotel a su mujer y sus tres hijos, Ortega decidió acudir a un bar de la zona con cuatro de sus compañeros. Y allí, entre risas, sufrió una recaída de su adicción al alcohol y regresó al hotel del River en muy mal estado. Al subir a la habitación que compartía con el juvenil Sciorilli, mantuvo una pelea telefónica con un familiar. Incontrolado, se marchó del hotel, regresó al amanecer en mucho peor estado del que se había ido. A la mañana siguiente, pasado el ataque de ira, llegó el de culpabilidad. Y Passarela, que lo ha tratado como a un hijo, consultó con los médicos y decidió que el jugador debía someterse a un tratamiento más severo contra el alcoholismo. Fuera del fútbol. Antes de ésta y desde el pasado 13 de julio, Ortega había sufrido seis crisis: un día faltó a un entrenamiento, otro llegó 40 minutos tarde...
A punto de cumplir los 33 años, Ortega no es un caso excepcional. El ex central del Arsenal Tony Adams explicó en un libro cómo sufrió para tratar de superar esta adicción. También Gascoigne narró en su autobiografía esta dependencia. De hecho, existe paralelismos entre la historia de Gascoigne y la de Ortega, según el psicólogo argentino Marcelo Roffe. "A Gascoigne se le recomendó que la mejor terapia era seguir jugando. En Ortega, no está tan claro. La abstinencia es difícil de soportar, y, en su caso, eso se mezcla con la noción de la retirada, algo para lo que el 90% de los futbolistas no está preparado. Hay un aspecto psicopatológico entre los deportistas de élite y, entre tanto negocio, la presión por triunfar es enorme. La pregunta es: ¿cuánto tiempo está preparado el River Plate para esperar dado lo que le paga al jugador?".
Nacido en medio de una extrema probreza en la provincia norteña de Jujuy, el Burrito hubo de soportar el tremendo peso de ser llamado el sustituto de Maradona en el Mundial de EE UU 94, después de que Diego fuera despedido por un positivo de efedrina. Ambos llegaron a ser buenos amigos. "Todo el mundo piensa que El Burrito es idiota, pero creo que es muy inteligente", dijo Diego. "Lo sabía todo del problema de las drogas en su provincia; me habló sobre lo profesional que él era y sobre lo poco profesional que podría llegar a ser si se sintiera mal", añadió Maradona sobre su amigo Ortega, un regateador a veces genial a veces redundante. Y de carácter incontrolable. En Francia 98, tras marcar dos goles a Jamaica, golpeó con la cabeza al portero holandés Van der Sar, lo que propició la eliminación argentina en los cuartos de final. Pero nadie se lo reprochó. También disputó los tres partidos del Mundial de Corea y Japón 2002, cuando Argentina cayó en la primera fase. Antes, pasó una etapa tumultuosa en el Valencia, donde se enfrentó al entrenador, Claudio Ranieri. Fichó por el Sampdoria y después por el Parma: una adquisición ruinosa para ambos clubes italianos. Recaló en el Fenerbahce turco, pero sólo disputó 11 partidos. Se largó al entender que nunca podría adaptarse. El Fenerbahce lo denunció por romper el contrato y la FIFA lo condenó a 19 meses sin jugar. Finalmente, volvió a las canchas en el Newell's antes de regresar al River Plate, donde había comenzado su carrera en 1991. Precisamente a las órdenes de Passarela. Y allí formó parte de un equipo espectacular con Aimar, Juan Pablo Ángel y Saviola en 2000-01.
"Estoy muy mal. El fútbol está hoy en un segundo plano de mi vida", ha confesado Ortega, reticente a someterse a una cura de desintoxicación en un centro de rehabilitación. El presidente del River, José María Aguilar, asegura que se está recuperando, pero admite que ha sufrido "un leve retroceso". El caso Ortega ha convulsionado la actualidad deportiva argentina. Varias voces piden que se copie la política de algunos clubes de Europa, donde se cuida a los jugadores en el último tramo de su carrera, sobre todo cuando presentan algún tipo de adicción. El Burrito llevaba tiempo asegurando que trataba de volver a ser "el jugador de antes" y que incluso le gustaría volver a la selección. Mientras, recibe la solidaridad de compañeros y rivales. "Es un tipo bárbaro y no se merece pasar por esto", subraya Pumpido, entrenador del Newell's Old Boys.
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