La muerte que forzó el cambio de la ley
Un accidente de coche dejó prácticamente inmovilizado al joven Vincent Humbert; sólo podía mover el pulgar de la mano derecha. Ciego y mudo, Vincent oía perfectamente y, con la ayuda del pulgar, le hizo saber a su madre, Marie, que no deseaba seguir viviendo. El 24 de septiembre de 2003, Marie Humbert, con la ayuda del doctor Frédéric Chaussoy, provocaron la muerte de Vincent. Ella suministró, a través de la sonda gástrica, una dosis de barbitúricos letal mientras que él se responsabilizó de desconectar el sistema de respiración artificial y de inyectar cloruro de potasio en la vena del joven.
No cabía la menor duda y ninguno negó su participación en la muerte del muchacho. Dado que la ley francesa no autoriza la eutanasia, la juez encargada del caso en el tribunal de Boulogne-sur-mer tuvo que forzar la interpretación de la ley para evitar la condena de dos personas que tenían el apoyo del conjunto de la sociedad. Acusados de "administración de sustancias perjudiciales" y de "envenenamiento con premeditación" fueron considerados inocentes porque "estaban bajo una influencia que les exonera de toda responsabilidad penal".
La juez determinó que había pesado más la idea de "preservar la dignidad" del paciente
En el caso de la madre la juez estima que existe una doble influencia: "Su deber de lealtad para con su hijo" y la del libro que Vincent dictó en defensa de poder elegir el momento de poner fin a su vida.
En el caso del médico la juez recordaba que "un médico no tiene derecho a provocar deliberadamente la muerte" pero estimaba que había pesado más otra obligación, "la de preservar la dignidad de Vincent Humbert y su familia".
El caso forzó la elaboración de una nueva ley, promulgada en 2005, que establece en qué situaciones es admisible "dejar morir" a un enfermo "grave e incurable". Si el enfermo está en condiciones, debe firmar un documento que autorice al médico a "dejar de alimentarlo" o de "mantenerlo bajo tratamiento" o "artificialmente en vida". Los familiares, si la voluntad del enfermo ya no puede manifestarse, asumen la responsabilidad y hay que consultar obligatoriamente el parecer de otro doctor en circunstancias bien reglamentadas.
Más de 3.000 médicos habían firmado antes de la promulgación de la ley una petición a favor del "derecho a morir dignamente" y más de 200.000 ciudadanos la respaldaban. Se estima que un 75% de los franceses son partidarios de legalizar la eutanasia en ciertos casos.
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