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Reportaje:SUIZA | Josiane Chevrier | El fin de la vida

Una conversación antes de decir adiós

Serenidad y lucidez. Esas fueron las dos características de Josiane Chevrier previas al proceso de suicidio asistido que tuvo lugar el 11 de marzo de 2006. Ese día, la pianista suiza de 68 años ingirió la poción letal provista por dos acompañantes de Exit, asociación por el derecho a una muerte digna, que acabaría con su calvario. Chevrier estaba aquejada de un cáncer terminal que había convertido su vida en un infierno.

Con el acuerdo de su familia y del doctor Jerôme Sobel, presidente y fundador de Exit, Josiane Chevrier accedió a compartir sus reflexiones y últimos momentos con EL PAIS, que pudo asistir al proceso conocido en Suiza como autoentrega.

En este país, la asistencia al suicidio no está considerada delito ni es perseguida; el Código Penal establece que "de no mediar intereses egoístas" tal acción no es punible. Una base legal que ha permitido la creación en este país de dos asociaciones de asistencia al suicidio, Exit, en Lausana y Dignitas, en Zúrich.

Suiza ha aprobado recientemente la asistencia al suicidio en los hospitales públicos
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Para ello se requiere la demanda continuada y lúcida del paciente, que ha de sufrir una enfermedad terminal de próximo desenlace y que acarree sufrimientos psíquicos y físicos intolerables. Una vez decidida la intervención, los acompañantes de la organización proveen a la persona necesitada una poción letal a base de pentobarbital de sodio. En todos los casos, el enfermo debe ser capaz de ingerir el brebaje por sus propios medios, dado que si bien en Suiza la asistencia al suicidio no es delito, sí lo es la eutanasia activa. Chevrier comentó a este diario, horas antes de morir, que había tomado su decisión "antes de que la enfermedad avanzara tanto que le impidiera ingerir la poción". Verse imposibilitada era su mayor temor. Suiza ha aprobado recientemente la asistencia al suicidio en los hospitales públicos. Tras despedirse de su hija y su nieta, Josiane Chevrier ingirió el pentobarbital a las diez y media de la mañana, de una fría mañana nevada en las montañas ocidentales de Suiza. Cuando todo terminó, su nieta Julie comentó: "Durante semanas me pregunté cuales iban a ser nuestras últimas palabras. Lo increíble fue que no dijimos nada especial. Fue una charla normal, como la de todos los días". Poco después, salió a la tormenta de nieve y encendió un cigarrillo.

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