Venezuela toma el control
Hugo Chávez quiere consolidar el papel del Estado en un país que crece al ritmo más elevado de Latinoamérica
Venezuela ha vuelto a sorprender al mundo con el anuncio de su presidente Hugo Chávez de nacionalizar las compañías más importantes de gas, petróleo y telecomunicaciones. La medida persigue consolidar el gasto, la inversión pública y el petróleo como los principales ejes de las finanzas del país caribeño, además de reducir su dependencia económica de Estados Unidos. Los detractores de Chávez advierten que los anuncios, que de momento no afectarían mayormente a las empresas, podrían ahuyentar la inversión, disparar el gasto público y reducir la productividad. Venezuela cerró 2006 con un crecimiento del PIB del 10,3%, la tasa más alta de Latinoamérica por tercer año consecutivo.
Los analistas advierten que el anuncio de las privatizaciones podría perjudicar la inversión extranjera, especialmente en el sector petrolero
La nacionalización de la energía y las 'telecos' busca consolidar el gasto, la inversión pública y el petróleo como ejes de las finanzas del país
Hugo Chávez, después de ganar cómodamente las elecciones de diciembre pasado, ha anunciado en su investidura, a comienzos de enero, que nacionalizará las principales empresas petroleras, el sector energético y el de telecomunicaciones, varias de ellas privatizadas hace menos de 15 años. En la práctica, esto significará que el Estado pasará a tomar el control del petróleo en las pocas compañías que aún no han firmado los convenios para ceder su gestión a la estatal PDVSA, como British Petroleum, Exxon Mobil, Chevron, Conoco Phillips y Total and Statoil; que adquirirá las acciones de AES Corporation en Elecricidad de Caracas (EDC) y que tomará el control de CANTV, cuyo 28,5% es de la norteamericana Verizon.
Las informaciones difundidas por el propio Gobierno indican que la compra de estas acciones se hará a precios de mercado -una operación valorada en unos 3.500 millones de dólares- y se ha recordado que cualquier empresa extranjera que quiera permanecer en Venezuela en el campo de la energía tendrá los brazos abiertos, siempre que la gestión mayoritaria de los negocios en los que participen esté en manos del Estado. En telecomunicaciones, los planes no afectan -al menos por ahora- al negocio del móvil, para alivio de Telefónica, líder en ese segmento en el país tras la compra de Telcel a Bellsouth. Después del anuncio, los analistas apuntan que el efecto de la medida podría repercutir en la economía en su conjunto, más que en empresas particulares que no tienen sus principales negocios en el país caribeño y que están habituadas a un Estado fuerte como eje de la economía.
Convenios operativos
En el caso de la industria petrolera y de sus derivados, la participación privada sólo representa el 16% del total de la producción venezolana, la octava del mundo y la tercera de la OPEP, con unos 3,2 millones de barriles diarios. Conoco Phillips mantiene menos del 10% de su producción total en Venezuela, mientras que Chevron tiene un 8% y Total un 5%. Además, esta transición de empresas privadas a mixtas es un proyecto que ha sido implementado a partir de 2005, en que firmas como Repsol han cedido el control estratégico de sus yacimientos a PDVSA, que mantiene más del 70% de toda la producción local. El propio Gobierno ha anunciado que los 32 convenios operativos bajo los que actuaban las transnacionales ya fueron sustituidos por las empresas mixtas antes del anuncio.
¿Qué se persigue entonces con la nacionalización? El propio presidente venezolano reitera que las empresas públicas no pagan los tributos necesarios y que estos sectores estratégicos serán más productivos en manos del Estado. Las cifras citadas por el ministro de Energía y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, indican que la constitución de las empresas mixtas ha ahorrado al Estado pagos por 4.000 millones de dólares anuales y que los nuevos contratos mejorarán las arcas en 6.000 millones hasta 2017. Estos ahorros se suman al alza de los impuestos a la extracción de crudo, elevando las regalías del 1% al 16% por barril extraído, mientras que el impuesto a la renta ha crecido desde el 34% al 50%. El análisis de diferentes bancos de inversión y de especialistas revela, sin embargo, que la nacionalización tiene tres objetivos fundamentales: el fortalecimiento del Estado como eje de la economía y motor del sector servicios; la reducción de la dependencia de Estados Unidos, su principal socio comercial y, en menor medida, controlar la Faja del Orinoco, uno de los mayores yacimientos de petróleo virgen del mundo.
Venezuela ha sido en los últimos tres años el país latinoamericano con las tasas de crecimiento más altas. El PIB venezolano se elevó en 2006 un 10,3% y podría crecer un 6% adicional en 2007. Este desempeño que en 2004 llegó a un 17,3% ha ido de la mano de elevadas tasas de empleo, reduciendo el paro hasta el 9,8%, y del despegue del consumo privado hasta un 17%. No obstante, los detractores de Chávez indican que este crecimiento se ha hecho a costa de la inflación, que cerró 2006 con un 17% de alza. Los especialistas también indican que el país es muy dependiente de los elevados precios del crudo -responsable de más de dos tercios de la economía y del 80% del presupuesto- y al aumento del gasto público. Los datos de Fedecámaras revelan un crecimiento nominal de 66,5% en el gasto primario y la Cepal indica que, en términos nominales, el gasto público total del Gobierno central ascendió un 74,6% con relación al primer semestre de 2005.
Dependencia de EE UU
Estados Unidos es el primer socio comercial de Venezuela y el principal inversionista extranjero. A pesar de la voluntad de Hugo Chávez por reducir la dependencia, el 40% de las exportaciones de crudo y el 12% de las exportaciones de productos refinados tienen como destino EE UU. Con 1,2 millones de barriles diarios, Venezuela es, además, el cuarto proveedor de petróleo de Washington y representa más del 15% de todas sus importaciones de crudo. En el periodo 1994-2004, según el Banco Central de Venezuela, el 21% de la inversión de capital foráneo llegada al país correspondió a empresas estadounidenses. Chávez ha impulsado alianzas estratégicas con Irán, Rusia y Bolivia con el objetivo de prescindir de este impulso estadounidense en la industria petrolera.
Inversión en peligro
Los analistas advierten que los costes para la economía venezolana con el anuncio de las privatizaciones podrían perjudicar la inversión extranjera, en especial en el sector petrolero. En 2005, la inversión extranjera directa en Venezuela aumentó un 85%. De ese total, algo más del 40% fue capital estadounidense; no obstante, en 2006 y a falta de los datos oficiales de la UNCTAD, las cifras de Fedecámaras indican que la inversión privada se situó entre el 3% y el 4% del PIB, con una inversión pública entre el 9% y 10% del PIB. Esto que podría afectar la intención del Gobierno de elevar de tres a cinco millones de barriles diarios su potencial de producción de crudo antes de 2010. Las previsiones indican, además, que no queda mucho margen para que el sector petrolero siga creciendo. Para Fedecámaras, el área se elevará sólo un 0,5% en 2007.
En cuanto a los inversores, la Bolsa de Valores de Caracas cayó un 18,7% al día siguiente del anuncio de las privatizaciones y provocó una bajada en cadena del resto de los grandes mercados financieros de la región. No obstante, los expertos creen que esa tendencia no se mantendrá cuando la situación de las empresas afectadas se aclare y se confirme el pago a precios de mercado de su participación en las compañías en transición. Los datos indican que tras ese desplome, el mercado de valores venezolano moderó sus descensos a tasas de un dígito y la semana siguiente ya lograba cifras positivas.
El aumento del gasto público y la baja del mercado del petróleo es otra de las preocupaciones de los analistas. Los datos de la Cepal señalan que en el primer trimestre de 2006 el valor de las exportaciones de bienes siguió mostrando un alto crecimiento (25,6%), al igual que el de las importaciones (31,3%) y el superávit comercial continuó avanzando hasta situarse cerca del 15% del PIB. No obstante, el petróleo, que cerró el año a unos 56 dólares el barril -dejando atrás los 78 dólares que logró en agosto- podrían generar un desajuste en las cuentas públicas.
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