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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca

En busca del ganador

Barack Obama, senador por Illinois, es sin duda la sensación de esta precampaña en la disputa por la presidencia

Antonio Caño

Un Partido Demócrata decidido a reconquistar la presidencia -y ante una gran oportunidad de hacerlo- tiene a partir de ahora que elegir al candidato que mejor se ajuste al gusto centrista, moderado, pero siempre imprevisible, del electorado norteamericano. En última instancia, el nombre por el que se tengan que pronunciar los votantes es determinante, y acertar en su nominación, decisivo para los demócratas.

Pero ¿cuál de los nombres que ya están en liza o lo estarán en breve se ajusta mejor al modelo idóneo? ¿Es la oportunidad de un joven sureño y relativamente conocido por el electorado como John Edwards, que fue ya candidato a la vicepresidencia en 2004? ¿Sería mejor apostar por un valor sólido de la Costa Este, experto en política exterior, como el senador Christopher Dodd?

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Los dos han creado ya comité exploratorio para medir sus posibilidades. Lo mismo hizo el martes pasado el senador por Illinois Barack Obama. Obama es, sin duda, la gran sensación de esta precampaña. Con sólo 45 años y menos de dos años en el Senado, se ha convertido en una sorprendente opción de victoria para el Partido Demócrata. Hijo de un padre negro de Kenia y de una madre blanca de Kansas, Obama, negro él mismo, representa la primera oportunidad real de que alguien de su raza llegue a la Casa Blanca.

Esa sola posibilidad, unida a su capacidad para aunar diferentes tendencias de su partido, le ha convertido en el candidato con mayores posibilidades después de Hillary Clinton. En su caso, la falta de experiencia -que puede jugar en contra si finalmente tiene que defender sus propuestas en áreas complejas como la política exterior- también juega a favor al ser visto por los norteamericanos como un político todavía no contaminado por la atmósfera de Washington.

En una encuesta de la cadena de televisión CNN el mes pasado, Obama estaba todavía, sin embargo, muy lejos de Hillary Clinton en cuanto a la intención de voto de los demócratas, aunque por delante de los demás potenciales aspirantes.

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En ocasiones anteriores, un electorado demócrata desanimado y dividido tendía a elegir candidatos más acorde con sus gustos partidistas que con el criterio del norteamericano medio. No parece que vaya a ser así esta vez. El Partido Demócrata elegirá, probablemente, a aquél que mejor pueda batir a quien sea el candidato republicano, a quien mejor pueda capturar el voto fluctuante e indeciso.

Los candidatos de uno y otro partido estarán, por último, fuertemente condicionados por el estado en el que este país llegue a las elecciones. ¿Llegará todavía envuelto en la guerra de Irak? ¿Quizá en alguna otra más? ¿Tendrá tiempo George Bush de salir de Irak y recuperar parte del crédito perdido para los republicanos? ¿Cuáles son los planes del presidente para estos dos años?

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