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Una pareja israelí tendrá un nieto con semen de su hijo muerto hace cuatro años

Los futuros abuelos inseminarán a una mujer a la que el fallecido nunca conoció

Naiara Galarraga Gortázar

Otra vuelta de tuerca en las nuevas familias que surgen gracias a la reproducción asistida. Una pareja israelí, los Cohen, podrá tener un nieto porque un tribunal le ha autorizado a usar el esperma de su hijo muerto para inseminar a una mujer que el muchacho jamás conoció. Un francotirador palestino mató a Keivin Cohen, de 20 años, mientras hacía el servicio militar en la franja de Gaza. Cuatro años después, se convertirá legalmente en el padre de un bebé que engendrará una mujer de 25 años elegida por su familia y la ONG que les ha ayudado en la batalla legal.

Esta decisión judicial sin precedentes permite hacer realidad algo que hace nada hubiera sonado a ciencia ficción. Es llamativa porque los progenitores del futuro bebé nunca se conocieron y porque el recluta muerto no dejó por escrito su deseo de ser padre, ni tenía pareja cuando lo mataron.

Sin embargo, los Cohen han logrado convencer a un tribunal de familia de Ramat Gan, cerca de Tel Aviv, de que su hijo quería tener descendencia. Para eso presentaron diversos testimonios, incluso vídeos, en los que Keivin expresaba sus ganas de tener hijos.

Raquel Cohen, la madre del soldado, asegura que ella y su marido acudieron a los jueces para cumplir el deseo de su vástago de "crear una familia". "Cada vez que visito su tumba y toco la fría lápida, me digo a mí misma cuán maravilloso sería abrazar, en cambio, a un cálido bebé", ha declarado la señora Cohen al diario británico The Times.

Fue ella quien, al conocer el fallecimiento de Keivin, reclamó que extrajeran esperma del cadáver. "Una hora después de enterarme de que había muerto, pedí a los oficiales [del Ejército] que me visitaron [para comunicarle oficialmente la muerte] que se aseguraran de que su esperma se conservaba".

Lucha legal

Los Cohen, judíos oriundos de Irán, iniciaron su lucha legal para tener un nieto un año después de la muerte de su hijo, cuando el banco donde se guardaba el esperma se negó a entregárselo. Argumentaba que sólo el cónyuge podía pedirlo.

Ahora han conseguido que la juez Aliza Miller ordene al Ministerio del Interior israelí que inscriba al futuro bebé como hijo del fallecido, una vez el hospital demuestre por escrito que el esperma usado en la inseminación es de Keivin. El tribunal recalcó en su fallo que esta decisión sólo es aplicable a este caso, que no sienta precedente.

Una ONG israelí, Nueva Familia, ha representado a los Cohen ante los juzgados. Su presidenta y abogada de la pareja, Irit Rosenbum, ha declarado: "La humanidad puede continuar tras la muerte [de un hombre] y su familia puede criar a una nueva generación cuando él ya no está".

La futura progenitora y los Cohen han tenido la cautela de definir por escrito sus papeles para evitar conflictos. "Los padres de Keivin y la madre [del bebé] han firmado un contrato legal en el que garantizan que su única responsabilidad es ser abuelos del niño, o la niña, cuando nazca", explicó la letrada. Dice que "es una gran victoria, aunque ha tardado mucho".

Durante el proceso judicial, los padres del joven muerto "se sometieron a muchos exámenes psicológicos y el siguiente obstáculo fue encontrar una madre", explicó la presidenta de la ONG: "Nos llevó año y medio, pero la hallamos". De ella sólo se sabe que tiene 25 años. Tampoco han explicado cuáles fueron los criterios para su selección.

La pareja acudió varias veces a los medios israelíes a contar su historia. Unas 200 mujeres se les ofrecieron para gestar a su futuro nieto, ha contado la señora Cohen a la televisión. Se desconoce si la elegida es una de las voluntarias.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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