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Mas se ve obligado a pacificar la cúpula de CDC tras una dura bronca de sus dirigentes

Miembros del sector soberanista y del moderado se enfrentan en una reunión de la ejecutiva

La tensión acabó por aflorar este lunes en la reunión de la ejecutiva permanente de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Los dos sectores de la dirección enfrentados -los más próximos a Artur Mas, de perfil soberanista; y quienes se consideran relegados en la toma de decisiones, de talante moderados- mantuvieron una acerada discusión. Mas tuvo que cortar de raíz el debate e imponer orden en sus propias filas. Las diferencias entre estos dos sectores vienen de lejos, pero se han acentuado desde las elecciones autonómicas, cuando CiU no obtuvo los resultados esperados y, pese a ganar, ha vuelto a ocupar la bancada de la oposición por su imposibilidad de pactar con el resto de formaciones.

Mas exige calma y silencio para no perjudicar las expectativas electorales
"Si ahora estuviéramos en el Gobierno, nadie se quejaría", señala un dirigente de CDC

La lista de agravios de los moderados, minoritarios en la dirección del partido, es larga. Pero, sobre todo, sus integrantes reprochan a Mas que se haya rodeado de un duro e impenetrable núcleo de confianza que toma buena parte de las decisiones y al que responsabilizan de los errores de estrategia cometidos en los últimos meses, principalmente en la campaña autonómica (el polémico DVD contra el tripartito o el compromiso ante notario de no pactar con el PP en Cataluña).

Entre estos dirigentes críticos aparecen el ex consejero Antoni Fernández Teixidó -quien debió afrontar una polémica por asesorar profesionalmente a un supuesto miembro de la mafia rusa-, el diputado en el Congreso Carles Campuzano y Antoni Vives, vicesecretario responsable de militancia y participación. Los tres forman parte de la permanente de Convergència, una ejecutiva reducida de 15 miembros que se reúne cada semana.

Entre los críticos también figuran una serie de dirigentes provinciales que, por su estrecho contacto con el territorio, poseen una visión mucho más cercana a las inquietudes del electorado y observan con preocupación los bandazos estratégicos de la dirección, mucho más pendiente, denuncian, de contentar al militante radical que de agradar al tradicional y cuantioso votante moderado.

El enfrentamiento el pasado lunes en la ejecutiva fue abierto y sin miramientos. El núcleo de confianza de Mas -entre ellos el director de estrategia, David Madí; el negociador del Estatuto, Quico Homs, y Oriol Pujol, hijo del ex presidente de la Generalitat- defendió su posición de preeminencia. "La estructura del partido se va a resentir si no hay una dirección restringida", llegó a afirmar Homs. "Este partido, Convergència, es mucho más que vosotros", les espetó Fernández Teixidó, de perfil nacionalista moderado.

Mas se vio forzado a terciar en el debate y reclamó a sus dirigentes que aparcaran sus desavenencias, al menos en público, sobre todo con vistas al próximo ciclo electoral, con dos citas con las urnas: en mayo, las municipales, y en marzo de 2008, las generales.

Artur Mas, por su parte, se comprometió a intensificar sus contactos con todos los dirigentes, escuchar sus propuestas y quejas y tomar decisiones. Pero todo a puerta cerrada, para que el asunto no perjudique las expectativas electorales de la federación.

Hace dos años, tras los comicios de 2003, el líder convergente recibió idénticas críticas, es decir, de parapetarse tras un mínimo círculo de dirigentes. Mas optó por abrir su círculo de confianza, entre otros a Felip Puig, actual número dos del partido y hombre fuerte en la estructura territorial. Pero ningún cambio más. Y ahora los críticos temen que vuelva a repetirse el inmovilismo.

Los defensores de Artur Mas, y quienes observan esta trifulca desde la distancia, alegan que se trata tan sólo de un problema de "celos". "No podemos elevar a categoría lo que es un puro y simple psicodrama", señala un dirigente de CiU con actividad política en las Cortes. Y agrega: "Si ahora estuviéramos en el Gobierno catalán y la repartidora de cargos funcionara a todo gas, aquí nadie se quejaría".

Otro destacado dirigente argumenta: "Es normal que Mas dialogue y hable con la gente que tiene más cercana, como hace Duran Lleida en Unió. Pero Mas habla con todos y después toma sus propias decisiones, y más de una vez sus colaboradores hemos actuado de pararrayos por alguna de estas decisiones equivocadas, especialmente en esta última campaña".

En el fondo, lo que subyace es una guerra entre familias y los reproches no paran de sucederse. El sector más próximo al líder critica a Antoni Vives su desatención de las responsabilidades de partido y su opción de volcarse totalmente en la campaña de Xavier Trias al Ayuntamiento de Barcelona, donde ocupará con toda probabilidad el segundo puesto de la lista.

En cualquier caso, nadie espera que esta crisis vaya más allá. Por dos razones. La primera, porque se avecinan dos elecciones en las que CiU se juega las escasas parcelas de poder que todavía conserva. Y segunda, porque no hay ningún dirigente en Convergència que, en estos momentos, pueda hacerle sombra a Artur Mas y disputarle su liderazgo.

"Otro escenario se dará si perdemos alcaldías y en las generales no somos decisivos. Entonces muchas cosas estarán en juego, no sólo dentro de Convergència, sino entre los dos partidos de la federación", advierte un dirigente de la máxima confianza de Josep Antoni Duran Lleida.

Este mismo dirigente, con excelentes relaciones con sus homólogos de Convergència, considera que el votante convergente se encuentra inmerso en una "desorientación total" después de lo sucedido tras las elecciones y busca "respuestas" que, al menos por ahora, "la dirección del partido no le proporciona". "Este votante, sobre todo el más moderado, que, de existir, votaría a la UCD, observa desconcertado algunos movimientos de Convergència. Hemos desorientado a veces a nuestro electorado", sostiene, como criticó hace algunos días el propio Duran Lleida.

Varios dirigentes consultados por este periódico apoyan esta reflexión y añaden que el electorado nacionalista "siempre agradeció la coherencia de discurso de Jordi Pujol". "Y ahora, en cambio", añaden, "sólo vamos dando golpes de efecto, más puros de la mercadotecnia que del discurso político, y así no se ganan elecciones".

Mas y Duran Lleida la noche del 1 de noviembre.
Mas y Duran Lleida la noche del 1 de noviembre.MARCEL.LÍ SÀENZ

Dimisión en Unió

La dirección de Unió Democràtica y el vicesecretario de la ejecutiva, Daniel Ortiz, se intercambiaron ayer públicamente diversos comunicados después de que éste presentara la dimisión de todos sus cargos por "una falta de identificación creciente con el funcionamiento del partido".

La cúpula del partido democristiano reprochó a Ortiz que no comunicara previamente su decisión a los órganos del partido y mucho menos que no comentara sus discrepancias con la dirección. Recuerda, por ejemplo, que la propuesta de integrarse en el Gobierno central o la política de reforzar el perfil ideológico de Unió figura en ponencias, de las cuales, se añade, Daniel Ortiz participó. E incluso le reprochan que no cumpliera sus obligaciones como coredactor del programa electoral de CiU en las pasadas autonómicas.

Ortiz, candidato en las últimas elecciones europeas, salió al paso de estas críticas y precisó que su dimisión no se debe al hecho de no ostentar ningún cargo público, sino después de un "largo proceso de reflexión" y por sus desacuerdos con las decisiones de la dirección democristiana.

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