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Rusia limita drásticamente el acceso al mercado laboral a los extranjeros

Una ley determina que ningún inmigrante podrá trabajar en el comercio minorista

La nueva ley de inmigración que ha entrado en vigor en Rusia limita drásticamente el mercado laboral para los extranjeros e introduce cuotas de entrada para los foráneos. En su primera etapa la ley limita al 40% el número de inmigrantes que pueden trabajar en el comercio minorista, el sector que aglutina a casi todos los extranjeros, originarios mayoritariamente del Cáucaso y Asia Central. Y para finales de año, ningún inmigrante podrá trabajar en los mercadillos rusos. Las asociaciones de derechos civiles temen que la norma dé lugar a abusos de autoridad.

En muchos mercadillos ya se pueden ver los efectos de las nuevas normas: muchas de las tiendas que eran atendidas por inmigrantes han cerrado. Las autoridades no dejarán que más del 40% de los vendedores sean extranjeros, cifra que deberá ir disminuyendo en los próximos meses, hasta que a finales de año no haya ningún vendedor que no sea ruso.

La Cámara Social, un órgano consultivo creado por el presidente Vladímir Putin, duda de que la medida sea eficaz para terminar con los problemas de fraude fiscal y los problemas sanitarios. La norma, en realidad, es una concesión a los xenófobos que recientemente han encabezado violentas protestas contra los vendedores no rusos en poblaciones del norte del país. Las nuevas normas también castigan a quienes dan empleo a un sin papeles. Establecen multas de entre 10.000 y 23.271 euros por cada trabajador ilegal empleado.

Rusia es uno de los países con mayor cantidad de trabajadores ilegales en el mundo. Según cálculos del Servicio Federal de Migración, en 2005 sumaron entre 10 y 12 millones, cifra que en 2006 fue reducida a la mitad. Los registrados legalmente el año pasado superaron el millón.

Unos 100.000 extranjeros fueron expulsados de Rusia por violar las leyes de inmigración en 2006, afirmó el director del Servicio Federal de Migración, Konstantín Romodanovski, entre los que figuraban 15.000 ciudadanos de Uzbekistán y otros tantos de Tayikistán. Los georgianos deportados fueron 5.000, igual cantidad que la de deportados a Azerbaiyán y Kirguizistán.

El Kremlin dará este año permisos para seis millones de trabajadores procedentes de países que no necesitan visados para entrar a Rusia (las ex repúblicas soviéticas a excepción de los países Bálticos y Georgia) y otros 308.842 para los que sí requieren de visados.

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Este año también debe empezar a funcionar plenamente el programa de repatriación de rusos, impulsado por Putin. Se trata de dar incentivos para que los rusos que después de la desintegración de la Unión Soviética perdieron la ciudadanía por vivir en los nuevos países independientes puedan regresar ahora.

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