Arranca Alemania
Las señales de recuperación que desde hace meses se deducían del comportamiento de la economía alemana han tenido su refrendo en el crecimiento del PIB el pasado año, del 2,5%. Una tasa que no es expresiva de una intensa expansión, pero que permite dejar atrás el anquilosamiento en que parecía inmersa la mayor economía de la UE. Es el ritmo más intenso desde el año 2000, y su relevancia, tanto mayor cuanto que va acompañada de una reducción del déficit público, hasta el 2% del PIB, compatible por primera vez desde 2001 con el Pacto de Estabilidad. Y todo ello sin que las tensiones inflacionistas se hayan disparado.
Pero hay que decir hasta el momento, porque la elevación del IVA desde el día 1 es probable que acabe impactando en el crecimiento de los precios al consumo. O al menos ésas eran las hipótesis que subyacían en las previsiones de esa economía para 2007. Ahora, conocida la pujanza del consumo privado en los meses finales del pasado año, superior al de la renta disponible, y la confianza de los hogares, hay lugar para considerar que la desaceleración puede no ser tan intensa. En realidad, ha sido la demanda interna, el consumo privado y la inversión empresarial, el principal dinamizador del crecimiento en 2006, relevando parcialmente a las exportaciones, única tracción de que disponía la economía alemana.
Que la otrora locomotora europea, y todavía la tercera economía del mundo, crezca a ese ritmo, en un momento en el que EE UU da señales claras de desaceleración, es una muy buena noticia para todos, pero en particular para sus principales proveedores, España entre ellos. Entre los destinos de nuestras exportaciones de bienes y servicios, Alemania ocupa un lugar preferente, lo que puede contribuir a que se afiance el mejor comportamiento de las exportaciones y nuestro sector exterior drene menos crecimiento que hasta ahora. Para ello es necesario que fortalezcamos aquellas dotaciones de capital, tecnológico y humano, que permitan asentar nuestro crecimiento en un patrón más equilibrado y propio de una economía moderna, con una posición en la competitividad mundial, más próxima a la que ocupa por envergadura.
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