_
_
_
_
Reportaje:La lucha contra ETA La manifestación de Madrid

"Vamos ahí, muchachos, con fervor"

Miles de ecuatorianos se manifestaron, muchos por primera vez, para protestar contra ETA

Antonio Jiménez Barca

Faltaban cinco minutos para las seis de la tarde, hora fijada para el inicio de la manifestación. Una veintena de ecuatorianos, muy jóvenes todos, casi adolescentes, se suma a la marcha. Todos llevan la misma camiseta, blanca con una foto impresa en la espalda de Diego Armando Estancio, el joven ecuatoriano que murió -junto con Carlos Alonso Palate - en la T-4 de Barajas por un bombazo de ETA. Los muchachos se alinean en silencio y despliegan su pancarta ("A la memoria de Diego y Carlos"). Una ovación cerrada, proveniente de otros manifestantes cercanos, la mayoría sindicalistas, les afecta. Se ponen más serios. Todos son amigos de Diego. De su barrio, de Entrevías, en Madrid. No pertenecen a ninguna asociación, ni representan a nadie. Ninguno se había manifestado jamás. Uno se echa a llorar. Otro, el más resuelto al ver que la multitud que les precede comienza a avanzar, grita al resto: "Vamos ahí, muchachos, con fervor".

Más información
Más de 170.000 personas reclaman en Madrid la unidad política para acabar con el terrorismo
"Urgimos a la unidad de todos los partidos democráticos"

Miles de ecuatorianos marcharon ayer por el Paseo de la Castellana para protestar contra ETA repartidos en decenas de asociaciones, grupos diversos llegados de toda España, en solitario o en pandas de amigos. La inmensa mayoría se manifestaba por primera vez.

Evelyn Álvarez, con su camiseta blanca, era una de ellas. Tiene 16 años y el viernes 29 de diciembre llamó a un amigo: "Le llamé, y le dije en broma que ya no se acordaba de sus amigas. Él me contestó que al día siguiente iba a recoger a su familia a Barajas. Luego, el sábado, ya lo vi en televisión. Cuando ves la foto de un amigo muerto en televisión..." Evelyn asegura que su vida ha cambiado desde ese día. Tiene miedo. Antes no sabía lo que era ETA. Y ahora, casi tampoco. "Yo quiero volver a mi país, estudiar arquitectura, o ciencias empresariales, y volver: en mi país la vida es más segura".

A su paso, se repiten los aplausos de la gente que contempla la marcha en los márgenes de la Castellana. Al lado de Evelyn va Cristina Jami, de 19 años, estudiante de primero de matemáticas en la universidad, que añade: "Los aplausos sientan bien. Te sientes acompañada. Pero estoy segura de que todos estos líos políticos, de gente que no ha querido venir a la manifestación, es porque somos ecuatorianos", explica.

Detrás, la asociación de indígenas ecuatorianos residentes en la Comunidad Valenciana. Habían llegado en autobús a las cinco de la tarde y se marchaban en cuanto terminara la marcha. Iban vestidos con ponchos, con viejos gorros indios. Tampoco ellos se habían manifestado nunca. "Conocíamos a Carlos [Alonso Palate], paseaba por la misma calle que nosotros. Y estamos aquí para estar, para acompañar a nuestros compadritos", exclamaba Marta Inés Aguilar Medina.

Detrás, la federación de la Construcción de Comisiones Obreras. De los hombres que portan la pancarta se adelanta uno. Es alto, fuerte, se llama Manuel Lambert, tiene 43 años, lleva ocho en España, es albañil, y ayer se manifestaba, también por primera vez, envuelto en la bandera de su país, Ecuador, y al lado de sus compañeros de trabajo. "He venido armado de un sentimiento muy fuerte, muy grande. Porque esos dos muchachos vinieron a España a lo mismo que yo, a buscarse la vida, y lo que han encontrado es la muerte. Todos vinimos para poder marcharnos luego, para volver, y esos inocentes ¡mira como han vuelto!", exclama, casi llorando.

Los ecuatorianos no fueron los únicos inmigrantes que ayer recorrieron la Castellana en contra de las bombas de ETA. Acudieron, entre otros, grupos de colombianos; comerciantes chinos que enarbolaban una pancarta en su idioma y asociaciones de inmigrantes rumanos. También desfiló Castellana abajo la peña hispano-argentina de Collado Villalba, que marchaba detrás de una pancarta que consistia, simplemente, en un dibujo de una bicicleta: "Hace muchos años, un amigo pintor, en la Argentina, fue a un a cita con un amigo. No lo encontró. La dictadura lo había apresado. Sólo encontró su bicicleta. Desde entonces, para homenajear a los desaparecidos, pinta bicicletas. Por eso la llevamos hoy. Para homenajear a los dos desaparecidos ecuatorianos", explica una mujer componente de esta peña

Muy cerca, los de la construcción de CCOO gritan mucho: "ETA asesina", "Todos unidos contra ETA". Lambert, el ecuatoriano, se lanza también a gritar. Enarbola el megáfono de la organización, lanza una consigna, pero no se le oye.

- Para que se te oiga tienes que darle al botón primero, tío.- le ilustra un compañero.

Lo hace. En seguida se oye el vozarrón del ecuatoriano, que ya ha aprendido.

Algunos de los asistentes ecuatorianos a la manifestación.
Algunos de los asistentes ecuatorianos a la manifestación.SANTI BURGOS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_