La última carta de Scott a su mujer será expuesta en Cambridge
La misiva data de marzo de 1912 en su trágico regreso del Polo Sur
La última carta que el capitán Robert Scott escribió a su esposa, Kathleen, en la Antártida, en la que hablaba de una muerte "inevitable" y se refería a ella como su "viuda", será parte de una próxima muestra dedicada al explorador británico en el Instituto Scott de Investigación Polar, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Scott intentó sin éxito en 1912 ser el primero en llegar al Polo Sur.
El instituto, que mostrará la misiva a partir del 17 de enero en Cambridge, ha organizado la muestra con motivo del nonagésimo quinto aniversario de su última aventura polar. La familia de Scott ha decidido donar la carta y otras misivas sobre la expedición antártica a la Universidad de Cambridge.
Fechada en marzo de 1912, la carta -hallada un año después en la tienda de campaña en que el capitán y su equipo se refugiaban- empieza: "Querida, no es fácil escribir por el frío, 70 grados bajo cero y nada más que nuestra tienda de campaña para cobijarnos". "Lo peor de esta situación es que no te volveré a ver, hay que afrontar lo inevitable", le decía el capitán a su esposa, a la que le pedía que se volviera a casar: "Cuando el hombre adecuado llegue para ayudarte en la vida, deberías volver a ser feliz (...) espero ser para ti un buen recuerdo", proseguía el explorador.
Al mismo tiempo, le pedía a Kathleen que animase a su hijo Peter, por entonces con tres años de edad, a estudiar historia natural, pues "es mejor que los juegos". Peter Scott se convirtió con el tiempo en uno de los más famosos naturalistas y ornitólogos de Reino Unido. Con la donación de esta misiva, la Universidad de Cambridge cuenta ahora con la colección completa de la correspondencia del capitán, formada por más de 300 cartas.
La primera expedición de Scott a la Antártida tuvo lugar entre 1901 y 1904, mientras que la segunda empezó en enero de 1911 y llegó al Polo Sur el 17 de enero de 1912, un mes después de que lo hiciera el noruego Roald Amundsen. Scott y sus cuatro compañeros murieron al regreso por falta de suministros.
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