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Dimite otro sacerdote polaco acusado de colaboracionismo

La crisis desatada en la Iglesia polaca tras hacerse pública la condición de informante del régimen comunista de Stanislaw Wielgus, que el domingo dimitió de su cargo de arzobispo de Varsovia, no termina de cerrarse. Ayer mismo, otro sacerdote, Janusz Bielanski, párroco de la catedral de Wawel (Cracovia), presentó su renuncia después de que se conociera que él también colaboró con los antiguos servicios secretos. Así lo confirmó el Arzobispado de Cracovia, que encabeza el cardenal Stanislaw Dziwisz, amigo y secretario particular durante cuarenta años del papa Karol Wojtyla.

Según la edición polaca del semanario Newsweek, el padre Bielanski, de 68 años, colaboró con la policía secreta comunista entre 1982 y 1989. "A raíz de estas acusaciones", dice el comunicado del Arzobispado de Cracovia, el padre Bielanski puso su cargo a disposición del arzobispo, "que ha aceptado su dimisión". La catedral de Cracovia, donde están enterrados varios monarcas, es una de las más importantes de Polonia, y en ella dijo su primera misa Juan Pablo II en 1947.

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También lo intentaron con el papa Wojtyla

Mientras tanto, la dimisión del arzobispo Wielgus seguía ocupando ayer las primeras planas de la prensa polaca, que alababa a Benedicto XVI por haber aceptado la renuncia. "El Papa le ha ahorrado la vergüenza a la Iglesia", "El Papa nos ha salado", "El rescate llegó de Roma", titulaban los principales diarios. "La decisión de Roma es una victoria de la consciencia. Las nociones básicas reencuentran su sentido original. De nuevo traición significa traición; coraje significa coraje, y fidelidad, fidelidad", escribía el diario de centro derecha Rzeczpospolita.

El Vaticano asegura que no sabía nada de las actividades de espionaje de Stanislaw Wielgus cuando, el pasado 6 de diciembre, Benedicto XVI lo nombró arzobispo metropoliano de Varsovia. Así lo declaró ayer en Roma el prefecto de la Congregación de los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re.

Críticas al cardenal

Las alabanzas de la prensa polaca al Papa se tornaron en críticas al cardenal primado polaco, Jozef Glemp, por haber defendido a Wielgus, que de hecho le iba a sustituir al frente del arzobispado de Varsovia. Glemp recordó el domingo que la policía política lo había infiltrado todo, y que no se podía juzgar a nadie "a partir de trozos de papel, de copias de copias de algunos documentos".

Sólo el diario ultracatólico Nasz Dziennik, próximo a la emisora Radio Maryja, denunció "una sesión de odio hacia el arzobispo", víctima "del terror mediático". "Se le quiere linchar a toda costa, sin molestarse en presentar la situación de una manera honesta. La Iglesia tiene ante sí un gran desafío", declaraba en ese diario Antoni Dydycz, obispo de Drohiczyn.

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