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Afrontar las confusiones de EE UU

En estos momentos la escena estadounidense es, desde luego, caótica. La confianza en el liderazgo y la sabiduría del presidente Bush es merecidamente baja, tanto en el país como en el ámbito mundial: en Europa, Asia y, de manera importante, en el mundo musulmán de Oriente Próximo. Por lo general, incluso cuando la geopolítica se tuerce, la economía se mantiene moderadamente estable. Eso ha permitido a la locomotora estadounidense ayudar a mantener un crecimiento mundial bastante vigoroso desde 2000.

Sin embargo, ahora que acaba de empezar 2007, debo comunicar que en el comercio en general y en Wall Street reina la confusión. Los inversores en bonos actúan como si pensaran que nuestra Reserva Federal fuera a bajar muy pronto los tipos de interés para prevenir una recesión en la vivienda y en los automóviles. Los optimistas compradores bursátiles de Wall Street mantienen la opinión contraria. Desde mediados de año, los índices de precios de las acciones han subido por encima de los precios máximos de la burbuja de 2000. Eso se debe a que los beneficios declarados por las empresas parecen tender al alza.

Sería una temeridad esperar que la balanza comercial mejore pronto. Seguimos consumiendo en exceso y ahorrando demasiado poco

Para añadir contradicciones a las contradicciones, los discursos de los altos directivos de la Reserva Federal advierten de que, a no ser que el nivel general de precios deje de aumentar a un ritmo superior al 2% anual, los tipos de interés tendrán que subir. La mayor parte de este año, la tasa de cambio del dólar ha caído con relación al euro y a la libra británica.

El secretario del Tesoro, Henry M. Paulson, sigue fingiendo que está a favor de "un dólar fuerte". De hecho, en opinión de todos los expertos, el Tesoro estadounidense agradece unas devaluaciones moderadas del dólar que podrían reducir nuestro déficit comercial crónico.

¿Es previsible una recesión en Estados Unidos en 2007? ¿O tendremos la suerte de experimentar un aterrizaje suave?

Procuro ser realista, más que optimista o pesimista. Ésta es mi ponderación de los signos buenos y los malos.

1. Sería una temeridad esperar que la balanza comercial estadounidense mejore pronto. Seguimos consumiendo en exceso y ahorrando demasiado poco. La bajada de impuestos aplicada por Bush desde 2001 a 2006 y sus explosivos gastos militares añaden a la ecuación el gasto excesivo de la Administración pública.

2. En el mejor de los casos, la Reserva Federal podría mantener su tipo de interés constante en los próximos meses. Haría falta un drástico debilitamiento de la economía estadounidense para convencer a su presidente, Ben Bernanke, de que los baje.

3. Es dudoso que el Congreso demócrata pueda ralentizar pronto las debacles de Bush en Oriente Próximo. Y es de esperar que el veto presidencial impida cualquier intento de que el nuevo Congreso ponga fin a los regalos de Bush a los millonarios más ricos. Así que no cuenten con una reducción sustancial del déficit presupuestario.

4. Con un poco de suerte, podría ser más sensato apostar por la siguiente previsión intermedia que por cualquiera de los tres supuestos más extremos: un crecimiento real del PIB estadounidense entre el 1,5% y el 3%; una tasa de inflación básica del 1,75% al 2,25%; ¿ningún pánico catastrófico contra el dólar en el futuro previsible?

La economía no es una ciencia exacta. Por lo tanto, cuidado con los siguientes peligros posibles. En primer lugar, en cualquier momento podría iniciarse una embestida contra el dólar. El creciente temor a una recesión podría acelerar el abandono de los grupos chinos e indios de los activos denominados en dólares. Si ocurriera eso, lo suyo es creer que los oportunistas fondos de capital riesgo estadounidense también especularían a la baja.

En segundo lugar, y como nunca antes en la historia económica, hoy se dispone de una enorme pirámide de opciones y canjes financieros. Cuando las cosas van bien, éstos permiten a los inversores diversificar riesgos de manera eficaz. Sin embargo, las opciones de venta y de compra y los futuros de mercancías también resultan útiles a quienes desean asumir riesgos con apalancamiento al alza y no a la baja. Nadie puede saber todavía si cuando se produzca el pánico financiero la pirámide de productos financieros derivados acelerará la caída o la parará. En vista de los múltiples pros y contras, el viejo nombre de ciencia sombría dado a la ciencia económica podría cambiarse por el de ciencia ansiosa.

© 2006, Paul A. Samuelson

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