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Sexta ampliación de la UE

Champán y esperanzas en Bucarest

"Es un gran momento de libertad. Europa es libertad y me siento libre". Con una bandera de la Unión Europea en la mano derecha, Aurel, ingeniero de 53 años, no se hubiera perdido la noche del domingo por nada en el mundo. Aún recuerda diciembre de 1989 cuando asistió, en Bucarest, a la caída del régimen comunista de Nicolae Ceausescu. Diecisiete años después, y como decenas de miles de bucarestíes, Aurel bajó a la calle para celebrar lo que la prensa rumana llamó la Euronochevieja. Junto a Bulgaria, Rumania es desde ayer miembro de pleno derecho de la UE.

La bandera de la UE ya se había izado en la sede del Gobierno cuando el presidente rumano, Train Basescu, apareció en la plaza de la Universidad. Flanqueado de dignatarios europeos, Basescu dio la bienvenida a "Europa en Rumania" y a "Rumania en Europa". Y a las 12 en punto, el reloj de la plaza de la Universidad, que desde hacía dos años contaba los días que faltaban antes de la adhesión, se detuvo en el cero.

Detrás de los gritos "La multi ani" -"Feliz año"-, ya se oyen los primeros comentarios. "Europa es vital. La adhesión representa la oportunidad de ser nosotros mismos", opina Florin, de 35 años. Danna, de 17, espera que en su país se pueda "hacer que la vida sea mejor". Tras la dictadura comunista y la crisis económica de los noventa, Rumania, un país de 22 millones de habitantes, empieza a recuperarse, con un crecimiento del 7,8%, la mayor tasa de Europa Central y del Este. Pero Rumania es también un país donde el 47% de la población vive en zonas rurales y donde la renta per cápita no supera los 3.500 euros (21.500 en España). Alejarse de la capital rumana se hace en la distancia y en el tiempo: carreteras sin asfaltar, pequeñas aldeas sin agua corriente ni electricidad...

Numerosos son los carteles que anuncian la entrada en la UE, aunque pocos son explicativos. Algunos son pancartas indicando París, Londres, el Santiago Bernabéu. Un folleto dice: "Con el apoyo de la UE, mi pueblo va a modernizarse. Vamos a construir carreteras; tendremos agua corriente, gas. Mi pueblo va a conservar sus tradiciones". La falta de información refleja miedos. Simona, secretaria de 25 años, teme que "con el euro todo aumente" y se plantea, como ya lo hacen dos millones de sus compatriotas, trabajar en otro país.

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