Un secuestro de tres días como prólogo de la acción terrorista
La vuelta a las armas de la banda terrorista ETA con el brutal atentado perpetrado en la nueva terminal del aeropuerto de Barajas vino precedida de un secuestro que se prolongó durante tres días.
Los terroristas empezaron a ejecutar su plan asesino el 27 de diciembre en la localidad francesa de Luz Ardiden. Un joven de Oñate (Guipúzcoa) había acudido ese día a la zona con su furgoneta para acampar y dedicarse durante unos días a la práctica del esquí, algo que hacía habitualmente.
Tres encapuchados de ETA le abordaron para robarle el vehículo y le mantuvieron secuestrado durante tres días.
A las diez de la mañana del 30 de diciembre, los terroristas soltaron a su víctima, le señalaron un camino y le explicaron que si lo seguía llegaría a un pueblo, que resultó ser Escot, en el departamento de los Pirineos Átlánticos.
La liberación se produjo tan sólo unas horas después de que la furgoneta que habían robado al joven de Oñate estallara con más de 200 kilos de explosivo en su interior causando numerosos daños y dejando entre los escombros del brutal atentado a dos desaparecidos, ambos de nacionalidad ecuatoriana.
Solo en el monte
Un día antes, los secuestradores preguntaron al joven de Oñate si le iban a echar de menos en casa y éste les contestó que no porque su familia estaba acostumbrada a que pasara varios días solo en el monte.
La investigación ha determinado que ETA cargó de explosivos la furgoneta el 28 de diciembre y que la trasladó a España un día después. No tuvo que retirar la matrícula verdadera del vehículo porque, previamente, se había garantizado que nadie iba a presentar una denuncia por su desaparición dado que tenían a su dueño secuestrado.
Los etarras aparcaron la furgoneta a las siete menos diez de la tarde del 29 de diciembre en la segunda de las cinco plantas del edificio D destinado a aparcamientos y situado frente a la T-4, la nueva terminal de Barajas.
Catorce horas después, la furgoneta hacía explosión. La policía tuvo tiempo de acordonar el edificio y desalojar a los usuarios del aparcamiento, más de 2.000 a esa hora, según informó la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez.
Los familiares de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, ambos ecuatorianos, denunciaron su desaparición y explicaron a la policía que ambos se habían quedado en su vehículo dentro del estacionamiento cuando ocurrió la explosión.
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