Zapatero da ya por liquidado el proceso de final dialogado del terrorismo tras el atentado de ETA
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, da por acabado el proceso abierto para el final dialogado del terrorismo tras el "gravísimo atentado" de Barajas por parte de ETA que supone una ruptura del alto el fuego permanente que la banda declaró el 22 de marzo. Ese es el significado del término "suspensión de las iniciativas de diálogo" que utilizó el presidente del Gobierno en su intervención del pasado sábado como respuesta al atentado terrorista, según señalaron ayer a EL PAÍS fuentes gubernamentales.
"Este proceso que hemos conocido, el que se inició el 22 de marzo de 2006 con el alto el fuego permanente de ETA y sobre los parámetros de la resolución parlamentaria de mayo de 2005, se ha roto y lo ha roto ETA", aseguraban las mismas fuentes. El secretario de organización del PSOE, José Blanco, declaró ayer: "No hay diálogo con violencia, y si no hay diálogo no hay proceso".
El Ejecutivo intentará mantener los puentes de diálogo con el PNV tras los acuerdos alcanzados con este partido durante los meses de alto el fuego
"No hay diálogo con violencia, y si no hay diálogo no hay proceso", asegura el secretario de organización del PSOE, José Blanco
El Gobierno y la dirección del PSOE consideran que "el proceso se ha roto porque ETA ha atentado" y, por tanto, "el proceso no existe"
La resolución parlamentaria de mayo de 2005, inspirada en el Pacto de Ajuria Enea apoyado por todos los partidos democráticos, vinculaba el proceso de diálogo con ETA a la ausencia inequívoca de violencia. Se votó en el Congreso a los dos años de que ETA dejara de cometer atentados mortales, tras pedir al Gobierno, por carta, un diálogo para el fin de la violencia y Batasuna señalar que asumía la interlocución política de la izquierda abertzale mientras ETA se limitaba a negociar con el Gobierno el fin de la violencia y el futuro de sus presos. "Esas fueron las bases de un largo proceso, de varios años, que ETA acaba de romper. Y ese proceso ya no existe", insistían ayer fuentes gubernamentales.
Zapatero utilizó el sábado el término "suspensión" y no el de "ruptura" para calificar el estado del proceso, tras el atentado de ETA, para dejar claro que quienes rompían al alto el fuego eran los terroristas y no el Gobierno.
La actitud del presidente tiene que ver con lo insólito del comportamiento de ETA, en esta ocasión, respecto a las rupturas de las treguas anteriores. Tanto en la de 1989, siendo presidente Felipe González, como en la de 1998-99, gobernando José María Aznar, ETA anunció la ruptura en sendos comunicados. En el primer caso, a través de un ultimátum al Gobierno que, al no ceder a las pretensiones de los terroristas, tuvo como respuesta, a los pocos días, una carta bomba a un funcionario. En el segundo caso, pasaron dos meses desde el anuncio de la ruptura a la consumación de un asesinato.
Al no existir, en esta ocasión, un reconocimiento previo de la ruptura del proceso por parte de ETA, Zapatero cuidó mucho su expresión para aclarar que la ruptura procedía de los terroristas. Precisamente, esta insólita actuación de ETA, que desconcertó al Gobierno sobre la posibilidad del atentado, ha abierto la hipótesis de que el atentado fuera obra de un grupo de presión interna de la banda sobre su dirección.
El Ejecutivo no se pronuncia sobre esta última cuestión, pero ha aclarado que no cambia el problema de fondo: ha sido ETA quien ha roto el alto el fuego y, además, Batasuna, el sábado, no condenó el atentado terrorista, pese a que a sus líderes les cogió por sorpresa.
Zapatero, según fuentes gubernamentales, tratará de recuperar y fortalecer la unidad de las fuerzas democráticas contra el terrorismo, sin exclusiones, ante la nueva fase que se abre.
La situación política no es la misma que cuando ETA rompió la tregua anterior, la de 1998-1999, con una división entre los partidos nacionalistas y no nacionalistas. En esta ocasión, el presidente del Gobierno ha contado, durante el proceso, con el apoyo de todos los partidos democráticos, a excepción del PP. Y un pilar básico de ese apoyo, sobre todo en el País Vasco, ha sido y es el PNV, liderado por Josu Jon Imaz, con el que Zapatero ha conversado estos días, como lo ha hecho durante todo el proceso. Imaz ha defendido, durante el proceso, que "primero es la paz y después la política" y al romperlo ETA no ha dudado en responsabilizar de ello, exclusivamente, a los terroristas, pese a la actitud del lehendakari Juan José Ibarretxe. Tanto el Gobierno como los socialistas vascos tratarán de mantener los puentes de diálogo con el PNV de Imaz. El Ejecutivo socialista considera básica esa unidad para que aquellos sectores de la izquierda abertzale que han apoyado este proceso comprendan mejor la tesitura en que les ha metido un grupo de terroristas con el atentado criminal del sábado.
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