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La Guardia Civil relaciona el cadáver quemado en Lugo con un ajuste de cuentas

Fuentes de la investigación lo definen como "un caso raro e inhabitual en esta zona". El hallazgo en la madrugada del pasado miércoles de un cadáver totalmente carbonizado dentro de un coche en el municipio de Ferreira de Valadouro (Lugo), mantiene desconcertados a los agentes que indagan las causas del extraño suceso. Dos días después de la aparición del vehículo en una carretera secundaria de Valadouro, todavía no se ha aclarado la identidad del fallecido,

aunque todo apunta a que se trata del dueño del vehículo incendiado, un turismo Audi A-4 de color blanco, con matrícula de Madrid. Desde entonces, la policía judicial de la Guardia Civil se puso a trabajar a destajo.

Auxiliados por un grupo de expertos en incendios desplazados desde A Coruña, empezaron las pesquisas para localizar al dueño del vehículo. Se supo que el propietario es Juan Carlos Estévez González, de 32 años, natural de Madrid, residente en Burela (Lugo), soltero, sin antecedentes penales y que llevaba, según algunas informaciones, tres meses desempleado. De su paradero nada se sabe desde hace días.

Ya en el primer momento la Guardia Civil sospechó que no se trataba de un accidente y cobró fuerza la hipótesis del homicidio, posteriormente confirmada por la autopsia. Las pruebas forenses determinaron que la víctima murió antes de que se produjera el incendio, con lo que los agentes no tienen duda de que con el fuego los autores pretendían eliminar las pruebas. El resto de las incógnitas aún no han sido desveladas. Las muestras que los investigadores extrajeron del cuerpo de la víctima se cotejarán con el ADN extraído a la madre del propietario del turismo, que el viernes se desplazó desde Madrid a Lugo. Ese análisis será determinante para certificar la identidad del fallecido.

"Mi experiencia me dice que el propietario del vehículo es la víctima", explicó un investigador, quien, de todas formas, prefiere aguardar "la evidencia científica". Dando por buena esa hipótesis, falta saber quiénes y por qué lo mataron. "A primera vista parece un ajuste de cuentas", relataron las fuentes consultadas, que no ocultan su extrañeza ante las circunstancias del caso.

"Este modus operandi es totalmente desconocido aquí", apuntó la misma fuente, quien reconoció que pueden existir "dificultades importantes" para llegar a su total esclarecimiento. La tarea le compete a la policía judicial del instituto armado, y al Juzgado de Instrucción número 2 de Mondoñedo que decretó el secreto de sumario. Si el ADN determina que la identidad de la víctima se corresponde con el titular del vehículo, las investigaciones se centrarán en los amigos, quienes lo conocen dicen que pocos, que Juan Carlos tenía en la localidad de Burela donde residió los últimos años trabajando como conductor en distintas empresas.

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