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La ofensiva terrorista

Dinamita para responder a las negativas del Gobierno

Los representantes del Ejecutivo rechazaron en la reunión de hace dos semanas las reivindicaciones independentistas de ETA

Sólo 20 horas después de que José Luis Rodríguez Zapatero lanzara un mensaje de optimismo respecto al proceso para el fin de ETA -"En un año estaremos mejor que hoy", declaró el viernes en el palacio de la Moncloa-, la banda terrorista frustró ayer con dinamita las expectativas del presidente del Gobierno.

El atentado perpetrado en uno de los edificios de aparcamientos de la nueva terminal de Barajas desconcertó ayer al Ejecutivo socialista, que no esperaba una acción criminal de ETA tan sólo dos semanas después de la primera reunión en la que representantes del Gobierno y de la banda terrorista dialogaron sobre la situación del proceso.

De ese contacto no salió "nada relevante", según el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Ni avances ni retrocesos. Gobierno y ETA se reprocharon su conducta durante los nueve meses de alto el fuego y mantuvieron intactas sus posiciones respecto al futuro de Euskadi. Ninguna de las partes dio su brazo a torcer. Y pese a las discrepancias y la negativa del Gobierno a las reivindicaciones independentistas, ETA no avisó a sus interlocutores de la posibilidad de una ruptura inminente de la tregua.

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Es la primera vez en la historia del terrorismo etarra que la banda comete un atentado tras una declaración de alto el fuego sin que, previamente, haya difundido un comunicado de ruptura.

El Gobierno interpretó, tras la reunión de hace dos semanas, que el diálogo podía continuar y que ETA no tenía en perspectiva una vuelta a las armas para dinamitar el proceso abierto el 22 de marzo pasado con la declaración de alto el fuego permanente.

Los primeros datos de la investigación policial no permitieron ayer al Gobierno vislumbrar indicios de que la acción terrorista tuviera relación con una escisión dentro de la organización terrorista. Una escisión en ETA podría explicar el error en el diagnóstico del Gobierno respecto a la continuidad del alto el fuego permanente. Pero hasta donde ayer habían podido avanzar las investigaciones no existían datos relevantes para confiar en esa hipótesis.

ETA desbarató con un gran atentado el optimismo del presidente del Gobierno y las expectativas generadas en toda España respecto al fin del terrorismo etarra.

En los últimos tres meses, el proceso que arrancó el presidente del Gobierno en junio pasado con el anuncio del comienzo del diálogo para el fin de la violencia se situó al borde del precipicio con algunas acciones de ETA y de su entorno que aventuraban la vuelta a las armas.

El incremento del terrorismo callejero, el robo de pistolas y el aprovisionamiento de explosivos por parte de ETA, complicó el diálogo pero no lo interrumpió.

De hecho, en septiembre se produjo una reunión exploratoria con representantes de ETA y presencia de observadores internacionales. En ese primer contacto se trató sobre las reglas de juego del futuro diálogo y se acordó que en las conversaciones participarían tres representantes de ETA, otros tres del Gobierno y cuatro observadores internacionales. El terrorismo callejero continuó con un incremento de la gravedad de sus acciones pero las bases para un próximo diálogo continuaban en pie.

Del contacto de septiembre salió el compromiso de una nueva reunión en octubre donde fijar definitivamente el primer encuentro oficial para dialogar sobre las condiciones del fin del terrorismo.

La fecha fijada para el contacto de octubre es el lunes 24. Ese día, un comando de ETA roba 350 pistolas de distintas marcas y calibres de la empresa Sidam, situada en Vauvert, cerca de Nimes (Francia), dedicada a la importación de todo tipo de armas largas y cortas.

La reunión, prevista para fijar el primer encuentro formal entre ETA y el Gobierno, se produjo al día siguiente, 25 de octubre, pero ya sólo versó sobre el atraco de la armería. Los representantes del Ejecutivo querían saber si el robo había sido ordenado por la dirección de ETA. Los representantes de la banda aseguraron que no tenían información y pidieron más tiempo para responder.

Los etarras justificaron el atraco de la armería argumentando que, de igual manera que el Gobierno no podía controlar al Poder Judicial en las decisiones contra presos etarras y miembros de la izquierda abertzale y a presos etarras, ellos tampoco poseían el control absoluto sobre todos sus miembros y grupos.

Por primera vez desde marzo, el proceso para el fin del terrorismo estaba seriamente amenazado y la reunión de noviembre quedaba en el aire.

Como respuesta al robo de armas, el Gobierno impulsa la detención de una parte del aparato logístico de ETA en Francia el 29 de noviembre en la pequeña villa francesa de Quézac y se lanza tras la pista de quienes robaron las armas. La banda terrorista había difundido un ultimátum al Gobierno a través de su boletín interno, zutabe. ETA aseguraba que la situación era crítica y apuntaba la posible ruptura si en otoño no se dan pasos visibles. El otoño finalizaba el 21 de diciembre.

El Gobierno decide a primeros de diciembre mover pieza y accede a celebrar la reunión aplazada de noviembre, el viernes 15 y sábado 16 de diciembre.

La reunión se celebra en plena escalada de terrorismo callejero. La primera parte de una larga reunión tiene que ver con el análisis de lo ocurrido en los últimos nueves meses. El Gobierno relata la crónica negra de la kale borroka; recuerda el zulo con explosivos encontrado en Francia y el atraco de la armería con el robo de 350 pistolas... ETA asegura que los presos y los miembros de la izquierda abertzale son víctimas de la persecución policial y judicial y reprocha al Gobierno la falta de gestos para impulsar el proceso en materia política y penitenciaria.

Tras el repaso al pasado, las dos partes hablan del futuro y ETA pone sobre la mesa sus reivindicaciones históricas: el futuro de Navarra en relación con el País Vasco, el derecho a decidir de los vascos y la necesidad de derogar la Ley de Partidos.

Los representantes del Gobierno rechazan todas las reivindicaciones que ETA ha defendido mediante los asesinatos y que ahora pretende poner como condición para abandonar las armas. La reunión es, según las fuentes consultadas, a cara de perro. Hay diálogo, pero no hay avances. El único, aparente, que el alto el fuego permanente continúa. Una conclusión errónea.

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