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Reportaje:ARTE

El Louvre se exporta

El museo parisiense lleva sus fondos y su saber hacer a EE UU y el golfo Pérsico

El Museo del Louvre es una creación de 1793, hijo de la Revolución Francesa y heredero de las colecciones reales. Desde un primer momento tuvo como misión que el conjunto de sus colecciones irrigasen todo el territorio de la república, pero durante más de dos siglos, a pesar de los miles de pinturas o esculturas depositadas en museos de provincias, su fama ha sido la de una institución parisiense y centralista. Ahora las cosas cambian a ojos vista y el Louvre exporta su saber hacer a medio mundo.

El caso más concreto de la expansión internacional es el acuerdo, válido durante tres años, con el High Museum of Art de Atlanta (EE UU). Se trata de un proyecto científico, cultural y pedagógico por el que el museo parisiense ingresa en sus arcas casi 15 millones de euros. Nada que ver con los intercambios regulares que se mantienen con los museos de Nueva York, Boston o Washington en el marco de coproducción de exposiciones concretas. Aquí es el Louvre el que se muestra en Atlanta a través de nueve exposiciones temporales que recogen la historia del mayor museo del mundo. En la actualidad, por ejemplo, Atlanta está descubriendo una panorámica de las colecciones reales, de Francisco I a Luis XVI, a través de una selección de 142 obras que incluye telas de Rafael, Poussin, Velázquez o Murillo; esculturas de Miguel Ángel y mobiliario de los palacios reales.

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De otra naturaleza son las relaciones que el Louvre ha establecido con las monarquías petroleras del golfo Pérsico. En Doha, la capital de Qatar, se creará un nuevo museo dedicado al arte islámico y concebido entre Ieoh Ming Pei, el arquitecto que firma la renovación del Louvre a partir de su famosa pirámide, y el interiorista y museógrafo Jean-Michel Wilmotte. Una maqueta de ese futuro museo, así como una selección de sus obras -De Córdoba a Samarcanda, se titulaba la exposición-, ocupó durante tres meses un espacio preferente en el palacio parisiense.

El Louvre tiene un papel de consejero preferente en Qatar. En Abu Dabi, lo que está en discusión es levantar, en la isla de Saadiyat, a 500 metros de la costa, un gran museo de carácter "universal" situado junto a una enésima sucursal del Guggenheim firmada también por Frank Gehry y en la que el príncipe y sultán Bin Tahnoon al Nahyan va a invertir 400 millones de dólares.

Junto a esa vitrina del arte contemporáneo debería crecer otra por valor de mil millones de euros a la que, como no, se asociará un nombre de arquitecto prestigioso y cuya competencia científico-artística quedará en manos del Louvre con la ayuda de otros grandes museos franceses: el Pompidou, el Picasso y -el más reciente- el Quai Branly, especializado en obras de civilizaciones ajenas a la tradición occidental.

Obviamente, para que el Louvre sea creíble exportando su saber hacer, su personal o sus fondos, era necesario que el propio Louvre diese de sí mismo una imagen más descentralizada y capaz de desdoblarse. Es por eso por lo que en 2009, en la ciudad norteña de Lens se abrirá el llamado Louvre-Lens, con 20.000 metros cuadrados imaginados por la agencia de arquitectura japonesa Sanaa y que estarán regularmente alimentados en obra por el depósito central del museo en la sede de París. Las aportaciones son de la región (60%), el departamento (10%), el Ayuntamiento (10%) y varios inversores, entre los cuales el más importante es la Unión Europea. Así, el Louvre levantará en una zona muy deprimida -el Norte vivía, sobre todo, del carbón, el acero y el textil, tres sectores que no han sobrevivido a la mundialización- un edificio del que se espera que tenga importantes efectos regeneradores para la autoestima regional. Será además una notable atracción turística.

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