Capturado tras 20 años de búsqueda el más célebre ladrón de bancos francés
Miloud Hai debe estar a estas horas maldiciendo su mal carácter. Si la pasada primavera no hubiera discutido con el casero en Neuilly, uno de los Ayuntamientos con mayor número de millonarios por kilómetro cuadrado de Francia, si no hubiera amenazado al administrador de la finca con ese plus de credibilidad que sólo saben insuflarle a las palabras y los gestos quienes se sirven de ellos como meras alternativas provisionales a los puñetazos, hoy Miloud Hai seguiría en libertad. En busca y captura, pero en libertad.
Le habían condenado en rebeldía en 1992 por un atraco bancario cometido el 3 de julio de 1986, en Saint-Nazaire, un famoso puerto del Atlántico. En su momento, fue el más sustancioso de los atracos cometidos en Francia, con un botín de 88 millones de francos, el equivalente de 13,4 millones de euros. La banda que cometió el robo era muy numerosa, pues había que ocuparse de los empleados. El cajero y sus hijos fueron secuestrados y utilizados como rehenes para organizar la huida de los atracadores. Y fue el cajero quien se llevó la peor parte: una bala en un costado estuvo a punto de matarle.
Dos años después del atraco, la veintena larga de bandidos fue cayendo en manos de la policía enredada como colas de cerezas. Miloud Hai, que en el momento de los hechos tenía 28 años, circunscribió su participación en el delito a la logística: era él quien había conseguido los coches.
A los policías les pareció siempre que la retribución -casi un 10% del botín- implicaba una mayor responsabilidad, pero el juez instructor dejó a Miloud en libertad. El día del juicio no compareció. Le condenaron a reclusión perpetua. Miloud habría seguido escapando a ella de no haber mediado el mal humor con el casero.
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