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La cultura del cambalache

Hace unos días, en el número 23 de la revista Exit-Express, Juan Vicente Aliaga, conocido profesor, crítico de arte y comisario de exposiciones, publicaba un artículo de opinión en el que, bajo el título Impostura, calificaba como "de tercera" la programación actual del IVAM. Y, además, realizaba distintas consideraciones sobre las aptitudes de Consuelo Ciscar, directora-gerente del instituto artístico, como experta comisaria de exposiciones y fecunda autora de sesudos textos sobre las mismas. Sobre este último punto, el autor del artículo escribía: "su tendencia (la de la señora Císcar) a firmar textos, trufados de citas, y su rapidez para escribirlos son asombrosas". Desde luego, esa actividad prodigiosa es para causar asombro y estupefacción. Y yo me pregunto: ¿nos encontramos ante uno de esos fenómenos que deben figurar en los extravagantes récords del Libro Guiness? En realidad, ironías al margen, el señor Aliaga denunciaba que el IVAM, merced a los oficios de doña Consuelo Císcar y la inestimable ayuda de los profesionales de su entorno inmediato, ha llegado a un grado de devaluación muy notable que se conoce ya nacional e internacionalmente. Es decir, pasa por una situación (iniciada por la anterior dirección del museo) en la que, antes que el arte, parecen interesar los compromisos políticos o el culto personal. Y tal estado de cosas lo refleja la procedencia de las empresas patrocinadoras, inicialmente del sector inmobiliario y, ahora, de la amplia gama sanitaria. Con esto no quiero decir que las empresas no deben invertir en la cultura. Al contrario. Simplemente expongo, tal como se comentaba hace escasos días, que resulta un tanto sospechoso que, en sintonía con los vaivenes políticos del conseller Blasco, esposo de la señora Císcar, el IVAM ha pasado de ser un museo privilegiado por la industria del hormigón a serlo ahora, desde que el mencionado honorable ocupa la cartera sanitaria, por la de la prótesis y la neurocirugía.

"Cultura se ha llenado de amigos y familiares de los consellers y del propio presidente"
"El IVAM, merced a Consuelo Císcar, ha llegado a un grado de devaluación notable"

Asimismo, a esta actividad de patrocinio se debería añadir la extraña política de contrataciones del museo. En este momento (y es algo muy llamativo), en el IVAM trabajan familiares muy directos de altos cargos de la Administración autonómica y también de influyentes personajes del mundo artístico. De seguir así, para obtener un puesto de trabajo en el museo, puntuarán más los apellidos y parentescos que los necesarios y exigibles conocimientos sobre arte moderno. Creo que esto explica, en parte, el escaso interés y calidad que, desde hace algún tiempo, ofrece la programación del IVAM.

Es evidente que lo que ocurre en el IVAM es una muestra muy representativa de la forma de hacer política cultural del PP. Ahí se enmarcan los caprichos de una alcaldesa de derechas que, queriendo dejar de ser rancia, abrazó una (en este caso, más que dudosa) modernidad que nunca entendió, y así surge, entre otras, la "moderna" y azulada escultura de la Dama de Elche en la avinguda Corts Valencianes, absolutamente fuera de escala, de la que más de un experto ha puesto en tela de juicio su idoneidad y buen gusto.

Igualmente, podríamos hablar de la política de contrataciones, que ha llenado toda la Consellería de Cultura de amigos y familiares directos de los propios consellers o del propio Presidente Camps, así como de la desfachatez de crear museos u organismos inexistentes, con el único objetivo de pagar favores políticos con sueldos muy agradecidos como es el caso del exdirector de RTVV y hoy director del Museo del Siglo XIX (¿y eso qué es, se preguntará alguno) José Vicente Villaescusa, o el cargo que ostenta el exalcalde de Castellón José Luis Gimeno, que hoy está al frente de la internacional pero inexistente Ciudad de las Lenguas (¿lenguas muertas, vivas o viperinas?).

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Cuando las cosas se hacen mal, no sólo en la gestión, sino en la responsabilidad política, ocurren accidentes como el del Palau de les Arts. Cierto es que un accidente puede ocurrirle a cualquiera, pero, como dice todo el mundo que trabaja y sufre en el Palau, "allí se habían comprado todos los números para que algo ocurriera, pues todo está cogido con alfileres". Las prisas, las presiones políticas, las inauguraciones recurrentes de un edificio que aún está en obras, el electoralismo que impide trabajar con los tiempos necesarios, la contratación de personal sin formación, el abuso de las horas extras y andar contrarreloj. Pero claro, algunos ganan mucho dinero en este proyecto y arriesgarán todo lo que haga falta para no dejar de cobrar, y Camps y el PP han hecho del soberbio Palau de les Arts su icono electoral. Para Camps, éste no es un proyecto de los valencianos ni para los valencianos, ni siquiera es un proyecto cultural, es la foto electoral que habrá que explotar tantas veces como sea necesario, aún a riesgo de que las prisas sean malas consejeras. De momento, la función continúa: con un escenario mutilado, con óperas recortadas, con imprevisiones, y para que nada empañe las elecciones, la reparación de los daños se realizará cuando la temporada acabe. Mientras tanto, ya veremos qué dice el informe técnico, quién asume los gastos y quién garantiza que nada más volverá a ocurrir.

Por supuesto, no existe responsable político alguno. Cuando el IVAM deja de tener prestigio internacional; cuando los enchufismos se convierten en el pan de cada día; cuando el dinero público se gasta en los caprichos más absurdos; cuando la cultura ya no tiene cabida en la nefasta gestión política; cuando por las decisiones del gobierno del PP, nos encontramos cotidianamente con la desfachatez y la insolencia, no hay ningún responsable político, pues el PP jamás asumirá un error o pedirá perdón pues eso sólo se concibe en una educación democrática. Hoy, aquí y ahora nos encontramos en una situación muy semejante a la que describía la letra de aquel viejo tango llamado Cambalache: "Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos".

Ana Noguera es diputada autonómica del PSPV-PSOE.

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