Cita en Moncloa
Si nos guiáramos por el pesimismo de la prensa y el marcado escepticismo recíproco de las vísperas, habría que recomendar a Zapatero y Rajoy que encontraran algo más útil que reunirse hoy en La Moncloa. Pero por grande que sea la brecha entre el jefe del Gobierno y el líder del PP, ambos están obligados a no hurtar sus responsabilidades, dejar los agravios mutuos fuera y acercar posiciones, no sólo en la política antiterrorista. En la lista de asuntos importantes que afectan a los dos grandes partidos están la reforma constitucional, la renovación del Consejo General del Poder Judicial, la inmigración, la financiación de los partidos políticos o incluso la reforma del reglamento del Congreso, pendiente desde hace dos décadas.
El encuentro de hoy será el séptimo de este tipo desde que Zapatero llegó al poder hace dos años y medio. El jefe del Gobierno se comprometió a tener dos citas anuales con el líder de la oposición, pero su áspera relación ha dejado en un buen propósito tal objetivo. La última, en marzo pasado, menos de una semana después del anuncio del alto el fuego permanente de ETA, no fue baldía. Rajoy apoyó a Zapatero en su hoja de ruta sobre el diálogo con la banda y éste se comprometió a compartir información y consensuar las respuestas sobre la eventual negociación. Ni uno ni otro han cumplido la palabra. El primero, presionado por el ala más conservadora del PP, puso proa de manera irresponsable a cualquier acción del Gobierno, acusándole sin probado fundamento de estar pactando secretamente un precio político con la banda. El segundo, haciendo cabriolas contradictorias sobre supuestos contactos con los terroristas y bruscas alteraciones de la hoja de ruta, así como recortando la información sobre el proceso proporcionada al PP, lo cual le dio a éste todavía más alas para acrecentar su recelo.
Es, pues, el momento para que ambos regresen a la confianza, la lealtad y el respeto que se deben, y que el país les exige en un asunto de Estado, como el terrorismo, que requiere acuerdo entre el PSOE y el PP. Ciertamente, es difícil creer que quieran sinceramente hacerlo, sobre todo cuando las citas electorales están a la vuelta de la esquina. En cualquier caso, Zapatero debe explicar hoy a Rajoy con detalle cómo está el proceso, qué consecuencias puede tener el encuentro de la semana pasada entre el Gobierno y ETA y cuál es su estrategia. El jefe de la oposición debería salir de la reunión convencido de que no tienen sentido alguno las catastróficas premoniciones de su partido sobre el proceso de paz. Y hacérselo saber así también a sus colaboradores más proclives a la bronca permanente.
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