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El reto pendiente del frente marítimo

Miquel Alberola

"Valencia debe convertirse en la ciudad volcada al mar que aún no ha conseguido ser". Lo propugna Javier Obartí, quien echa en falta "una definición precisa de la ciudad que se pretende" y considera que la ciudad no puede apuntarse a todo. "Si se quiere ser una ciudad portuaria de primer orden continental y transoceánico, no se puede, a la vez, cotizar en las listas de calidad de vida urbana de Cushman & Wakefield-Healey & Baker o de Mercer HR Consulting, como Zurich o Ginebra, o ser el Montecarlo del Mediterráneo occidental, aunque la aquiescencia de Bernie Ecclestone nos otorgue el segundo circuito urbano de Fórmula 1", contrapone.

En su opinión, el lujo, el glamour y el fondo escénico que precisa la ciudad de la vanguardia y la innovación, de la calidad de vida y el valor añadido, "no casa con el paisaje de grúas y contenedores y el rancio olor que ofrece un megaport, al menos no en un espacio único compacto y obligatoriamente compartido, sin solución de continuidad".

Para ello, sería necesario "corregir vicios adquiridos, recurrir a una planificación concertada con participación pública activa y con prevalencia del interés general". En ese tono, hace una llamada a los dirigentes a que "afronten la responsabilidad" y tengan la "valentía de adoptar las decisiones en las que creen, aunque vayan en contra de lo políticamente correcto". Obartí tiene la impresión de que se encuentran "atrapados en un punto de equilibrio de Nash, el premio Nobel de Princeton que revolucionó la teoría económica de juegos, en virtud del cual ningún actor tiene la tentación de cambiar de estrategia, ya que cualquier cambio implica una peor posición individual, aunque el sistema en el que se juega mejore sustancialmente". "No obstante", añade, "como demostró Nash, hay soluciones cooperativas mixtas óptimas, beneficiosas para todos".

Sin embargo, Alejandro Escribano prefiere la cautela ante la posibilidad de que la conquista del frente marítimo que ocupa el puerto sea una prioridad para la ciudad. Sostiene que el sector logístico es "uno de los pocos que están vivos", y que mientras el puerto sea capaz de abordar su expansión "de forma que convenza a todos de que su impacto ambiental está controlado no habría que entablar una batalla frontal". En su opinión, si la Comunidad Valenciana "se carga el desarrollo inmobiliario", como cree que está a punto de pasar porque "todos los proyectos ya son sospechosos y la legislación se ha vuelto restrictiva, lo que provoca fugas de capital", y además se pone en riesgo la logística, "se puede pagar muy caro a corto plazo".

"Con el puerto hay que hacer lo que se está haciendo: conquistarle espacios, como la dársena y la zona de la futura marina, más lo que se conquistará con Unión Naval de Levante. El futuro del puerto, lo sabe el puerto, es su desarrollo en Sagunto, pero eso es una transición que tendrá que hacerse en el futuro", aleja.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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