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Reportaje:

A tu hijo lo cambias tú

Muchos padres tienen que abandonar su puesto de trabajo cuando los maestros se niegan a limpiar a los niños que se orinan

Luis Doncel

Ronald Nicolás no duerme la siesta como el resto de sus compañeros. En lugar de tumbarse sobre una colchoneta, como hacen los niños de su clase, Ronald, que tiene tres años y llegó de Perú hace tan sólo tres meses, se pone de rodillas y apoya la cabeza sobre una mesita. Así se lo encontró su madre un día que fue al colegio a recogerlo. Abrazado al cojín sobre el que descansaba. La razón para que no se tumbara estaba en sus pantalones: hacía horas que los tenía mojados y nadie se había molestado en darle ropa limpia.

El caso de Ronald Nicolás no es el único en la enseñanza pública infantil, donde el debate sobre quién ha de cambiar a los niños que todavía no controlan sus esfínteres no se ha resuelto. Algunos pedagogos, como Carmen Ferrero, sostienen que son los maestros quienes deben hacerlo, que el control de las necesidades físicas forma parte de la educación integral de los pequeños. Otros, los más numerosos, creen que no pueden desatender al resto del grupo para poner a un solo niño unos pantalones y unos calzoncillos nuevos. De esa función se deberían encargar unos auxiliares, opinan.

Una madre encuentra a su hijo cerca del radiador. "Así se seca más rápido", le dicen
Educación asegura que en tres años todos los colegios públicos tendrán auxiliares

Y mientras esta figura no llega a todos los coles madrileños, son los padres los que reciben una llamada que les obliga a abandonar su trabajo para ir a limpiarle el culo a sus hijos. Éstos suelen esperar sentados al lado del radiador para que se sequen más rápido, a la espera de que lleguen los progenitores.

Como Janet, la madre de Roland. Ni ella ni su marido pueden dejar sus puestos -ella es camarera en Retiro; él, soldador en Sanchinarro-, por lo que durante octubre y noviembre recurrían a una pariente que vive cerca de la escuela del pequeño, en Campamento. Pero cuando ésta regresó a Perú, nadie podía ocuparse de Ronald, recién llegado de su país y recién ingresado en el colegio. Tanto cambio acabó repercutiendo donde menos se lo esperaba: en sus pantalones. Los mojaba dos o tres veces a la semana. Janet cuenta que cuando la maestra se quejó por su incontinencia, él sólo bajó "la cabecita". Al día siguiente se negaba a ir a clase.

Mercedes Díaz, presidenta de la Asociación de Padres Giner de los Ríos, considera una batalla perdida que los maestros se ocupen de estas tareas, por lo que se conforma con que lo hagan unos auxiliares. "En marzo de 2005 acordamos con la Comunidad de Madrid la implantación de esta figura, y todavía no hemos visto ningún resultado", protesta Díaz.

Le responde la viceconsejera de Educación, Carmen González: "El Gobierno regional ha destinado 500.000 euros de los presupuestos de 2007 para comenzar a implantar esta figura". Aunque algunos ayuntamientos como Alcorcón (gobernado por PSOE e IU) y Valdemoro (PP) ya financian el puesto del auxiliar -que no sólo se encarga de la incontinencia de los pequeños, sino también de posibles vómitos u otras incidencias-, ningún centro público cuenta ahora con auxiliares pagados por el Gobierno regional. González anuncia que en "dos o tres cursos" los 67.000 alumnos de primero y segundo de Infantil (entre tres y cinco años) dispondrán de un empleado que les cambie, pagado por la consejería.

En los centros privados son los docentes los que se encargan; y los públicos se apañan como pueden: algunas asociaciones de padres pagan una cantidad a alguien -una madre, la señora de la limpieza...- que cambie a los pequeños y en otros, que son la mayoría, se recurre a la última opción: el telefonazo a los padres.

En un colegio del barrio de Embajadores en el que solucionan los "accidentes" con la llamada telefónica, los niños de una clase caminan de la mano por el pasillo, con sus nombres escritos en los babis: Kevin, Eduardo... "Esto es un CEIP", dice la directora en su despacho recalcando cada una de las cuatro letras, "Y en un CEIP (Colegio de Enseñanza Infantil y Primaria) los niños deberían controlar los esfínteres".

La directora dice que los "accidentes" ocurren de forma esporádica, sobre todo en el primer mes, cuando se inicia el curso. Y recalca la necesidad de los auxiliares. "De esto antes se encargaban los celadores; ahora nosotros no podemos hacerlo y además no es nuestra misión", añade. Esta profesora, que prefiere que no se mencione el nombre de su centro, asegura que, aunque estén ocupados, los padres siempre responden a la llamada de urgencia. "Mandan a la vecina, a la abuela, a quien sea, pero siempre tiene que haber alguien localizable. Les sentará mejor o peor, pero vienen".

A María José Bueno no le sentó muy bien encontrarse a su hijo Miguel, de tres años, con los calcetines y los pantalones chorreando. Había estado jugando con los charcos y nadie se había ocupado de cambiarle la ropa mojada. Cuando la madre protestó, la profesora le respondió que ése no era su cometido.

Y respecto a Roland Nicolás, ya se ha habituado a su nuevo colegio y no se hace pis. Además, hace un mes que la asociación de padres decidió pagar 80 euros a una madre que reciba a los niños a primera hora y se ocupe de los escapes. A pesar de esto, a su madre Janet no olvida lo mal que lo pasó su hijo durante los primeros meses del curso. Y la cara de Ronald el día en que le recriminaron que no supiera ir solo al baño.

Tarea docente, ¿sí o no?

Si dejamos a un lado la saturación en las aulas públicas de Infantil -que todos los maestros o pedagogos consultados reconocen que ocurre-, nos podemos centrar en un debate, en ocasiones virulento, que ha surgido dentro de la comunidad educativa: ¿Son los profesores los responsables de cambiar a los pequeños que todavía no saben ir al baño?

Carmen Ferrero, representante de directores de escuelas infantiles, es de los que creen que sí, que es una tarea propia de maestros. Ella opina que los docentes están preparados para atender todas las necesidades del aprendizaje: del lenguaje, psicomotriz y, también, las cuestiones físicas: "A estas edades es fundamental que el niño se sienta bien con su cuerpo para conseguir un desarrollo armónico". Lo importante, según Ferrero, es que el escolar no tenga la sensación de que ha hecho algo sucio, feo, que tiene que venir a remediar alguien a quien no conoce. "Su persona de referencia es el profe", zanja. Para que éste pueda hacerse cargo de todos, Ferrero pide que haya tres maestros por cada dos aulas.

De otra opinión es la profesora Pilar Donoso, con 12 años de experiencia. "En mi clase tengo 26 alumnos de tres años. Que alguien me explique cómo puedo ir al baño con uno y dejar a los otros 25 solos", argumenta. Pero es que aún en el caso de no tener una clase tan saturada, Donoso cree que cambiar las braguitas de una niña no es lo que se debe esperar de un maestro. "Los de Infantil somos los últimos monos de la Primaria. Los padres nos preguntan si sus hijos han comido o si han hecho caca. Esto contribuye a que se nos infravalore", dice.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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