Heridas en el corazón coruñés
Cuatro edificios catalogados corren riesgo de derrumbe en el centro histórico de la ciudad
Cuatro edificios del corazón de A Coruña, en estado de ruina y con elementos arquitectónicos protegidos como sus fachadas o sus galerías, uno de los símbolos de la ciudad, corren el riesgo de derrumbarse en cualquier momento. Llevan meses así, con expedientes paralizados en la vía administrativa o en la judicial, en una situación similar al inmueble del número 21 de la calle Cordelería que se vino abajo hace diez días, horas después de que el Ayuntamiento, tras años de requerimientos nunca atendidos para que los dueños rehabilitasen su propiedad, se decidiese a intervenir y preparar un derribo controlado que permitiese conservar las fachadas. No dio tiempo. Una de ellas ya no existe.
Los especuladores fuerzan declaraciones de ruina para hacer pisos de lujo
Fue el último episodio de un largo historial de desplomes y pérdidas para siempre del conjunto histórico-artístico de A Coruña, declarado en 1984, cuya conservación y puesta en valor nunca estuvo, hasta ahora, entre las prioridades de las autoridades municipales. Seis días antes de caerse el edificio en ruinas de Cordelería, se vino abajo un muro medianero en la céntrica calle San Andrés, lo que obligó a desalojar un edificio colindante por riesgo de derrumbe. Doce personas vivieron durante semana y media en hoteles porque estos dos incidentes desestabilizaron la estructura de sus viviendas.
Son décadas de abandono, desidia e intereses especulativos en conseguir, con la declaración de estado de ruina, solares en el centro de la ciudad para la lucrativa edificación de pisos de lujo. No hay año en el que no se derrumbe, llevándose por delante partes del patrimonio histórico de A Coruña, un edificio de la Ciudad Vieja o de Pescadería. Ambos barrios, que engloban desde la céntrica Plaza de Pontevedra, pasando por María Pita y la Marina, hasta las viviendas militares de Atocha, cuentan, desde diciembre de 1998, con un plan especial de protección y reforma interior (Pepri).
Más de la mitad de los 1.771 edificios contabilizados en esta zona de protección estaban ya en ruina (23 de ellos), en mal o regular estado. Desde entonces, el Ayuntamiento decretó en ruina otros 40 inmuebles en el periodo comprendido entre 1999 y 2005.
La ejecución y actuación con respecto a esas declaraciones de ruina, requerimientos de rehabilitación u órdenes de derribo controlado se eternizan durante años, mientras crece el peligro de derrumbe que no sólo puede acabar con patrimonio protegido, sino que pone en jaque la seguridad ciudadana y deteriora la calidad de vida de los vecinos del entorno de estos edificios abandonados.
Las autoridades municipales y los jueces coruñeses se enfrentaron esta semana a golpe de declaraciones y comunicados en los que se culpabilizaron mutuamente de la demora en actuar con los edificios que pueden caerse en cualquier momento, como es el caso de esas cuatro casas con elementos arquitectónicos bajo protección. La teniente de alcalde responsable de Urbanismo, Mar Bacón, denunció indignada que la orden municipal de derribo controlado de uno de estos inmuebles está paralizada desde enero a la espera de que un juzgado dirima los derechos de la propiedad. Los titulares de los juzgados de lo contencioso-administrativo de A Coruña acusaron entonces al gobierno municipal de hacer dejación de sus funciones. Destacaron que el Ayuntamiento tiene plena soberanía y responsabilidad para ejecutar, de forma inmediata, sus órdenes de derribo, independientemente de que haya un recurso en la vía judicial contra esa decisión. Mientras un juez no suspenda, como medida cautelar, la ejecución del derribo, éste puede llevarse a cabo, afirman los magistrados.
La respuesta de las autoridades municipales consistió en aplicar una medida anunciada en 2003 por el ex alcalde Francisco Vázquez, pero que nunca llevó a cabo: abrieron el proceso para expropiar 13 edificios en ruinas del barrio de Pescadería a fin de destinarlos a viviendas que serán alquiladas a precio tasado. Los propietarios de estos inmuebles, como los de tantos otros en ruina, incluidos los dueños del de la calle Cordelería que se vino abajo, llevan años ignorando las sucesivas órdenes municipales de rehabilitación, a la espera de que el edificio se caiga y libere, para una obra nueva, un solar en el centro de la ciudad.
La polémica por el deterioro del casco histórico de A Coruña, que cobró virulencia a raíz de los últimos derrumbes, movió también al equipo de gobierno de Javier Losada a denunciar y combatir ahora a los propietarios que "actúan con desidia". Responden, asegura Mar Bacón, al mismo perfil: "Son desalmados, con la vista puesta exclusivamente en la mera especulación y el ánimo de lucro. Se trata siempre de gente con dinero. Los que tienen recursos escasos para restaurar sus casas acuden a pedir ayudas y siempre se les da", afirma la teniente de alcalde.
Y en su defensa ante la oleada de acusaciones de inacción durante años para preservar el patrimonio histórico de A Coruña, el Ayuntamiento asegura que, gracias a la línea de ayudas para la rehabilitación inaugurada en 2005 -siete años después de crearse el plan de protección de la Ciudad Vieja y Pescadería-, sólo hay una minoría de edificios en ruinas a punto de caerse. Las mallas verdes de seguridad que forman parte del panorama habitual del centro histórico de A Coruña señalan ahora más obras de rehabilitación que edificios en ruinas.
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