EE UU elimina una parte de los aranceles que aplica a productos de acero para la industria del automóvil
La Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos revocó ayer una parte de los aranceles e impuestos que aplica desde hace más de una década a las importaciones de acero. En concreto, la decisión beneficiará a los productos siderúrgicos especiales fabricados en 16 países y que se utilizan en la industria del automóvil. Principalmente, son planchas de acero especiales resistentes a la corrosión, fabricadas en países como Japón, Australia, Francia y Canadá. Sin embargo, los productores de este tipo de acero en Alemania y Corea del Sur seguirán bajo el régimen implantado en 1993. Los fabricantes de acero estadounidense pidieron el arancel para proteger a su industria, que ahora parece haber superado la dura crisis de 2000 y 2001.
Los tres gigantes de Detroit -General Motors, Ford y Chrysler- formaron una insólita coalición con sus rivales japoneses -Toyota, Nissan y Honda- para conseguir que se pusiera fin a estos aranceles, que llevaban 13 años en vigor y que consideraban una desventaja competitiva. Por este motivo, la decisión de Washington se considera como una victoria para el sector de la automoción y una derrota para la industria siderúrgica estadounidense.
La mayoría de estos aceros especiales llegan de Canadá y el sector de la automoción venía argumentando que estaba pagando un coste adicional de unos 3.000 millones de dólares anuales (2.275 millones de euros) como consecuencia de estas tarifas, que mantenían el precio del acero artificialmente alto. El debilitamiento del dólar no ha hecho más que encarecer la factura.
Las medidas arancelarias adoptadas en el pasado por EE UU le enfrentaron abiertamente a la Unión Europea y Japón, en lo que se denominó como "la guerra del acero". Estos impuestos servían a Washington para proteger a un sector siderúrgico decadente e incapaz de competir en la escena internacional.
Los seis fabricantes de coches, que mantienen una dura rivalidad en el mercado estadounidense, consideraron que la abolición de estos aranceles era "vital" para el futuro de la industria, y en concreto de las marcas norteamericanas, que atraviesan por una grave crisis.
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