Un nuevo exportador de capitales
Brasil envía al exterior más inversiones directas de las que recibe: 22.800 millones de dólares hasta finales de octubre
Por primera vez en la historia, Brasil envía al exterior más inversiones directas de las que recibe. Y la tendencia es que ese panorama se prolongue durante 2007. Algunas empresas ya tienen fuera del país casi la mitad de sus activos y de su fuerza de trabajo. El caso es que, a estas alturas del año, se analiza la contabilidad del volumen de dinero extranjero destinado para inversiones directas en Brasil, se compare con lo previsto y se tracen las proyecciones para el año que viene. Es lo que se ha hecho y, entonces, ha surgido la sorpresa: hasta finales del pasado mes de octubre, el volumen de recursos de las empresas brasileñas colocados en el exterior supera a todo lo que el país ha cosechado.
Expertos subrayan que países emergentes, como Brasil, deben importar capitales para afrontar inversiones imprescindibles para su desarrollo
La siderúrgica Gerdau lidera la lista de empresas más internacionalizadas, seguida por la constructora Norberto Ordebrecht y por Petrobras
Esa diferencia se mantendrá hasta el último día de diciembre, confirmando una tendencia que ha dividido las reacciones de los analistas. Primero, la positiva: al fin y al cabo, el dato confirmaría el fortalecimiento de varios sectores de la economía brasileña. Luego, la negativa: el mismo dato resalta la poca atracción que el país despierta en los inversores extranjeros.
Las cuentas indican que la diferencia entre lo que se recibió aquí, de capital extranjero, y lo que se invirtió de capital nacional más allá de las fronteras es muy significativa: en los primeros diez meses de 2006 salieron de Brasil 22.800 millones de dólares y entraron 13.600,600 millones. La distancia que separa las dos cifras -9.200 millones de dólares- equivale a casi todo lo que las empresas brasileñas invirtieron durante 2004 (9.470 millones), año considerado excepcional, gracias a la fusión de la industria de cervezas y gaseosas AmBev con la belga Interbrew.
Los expertos, en cualquier caso, subrayan que los países, como Brasil, clasificados en la categoría de economías emergentes, deberían ser importadores de capitales, por la necesidad de inversiones pesadas, que suelen superar con creces su capacidad de generar divisas e incrementar su productividad. Al mismo tiempo, reconocen que, en varios sectores, la economía brasileña logró la fuerza suficiente para internacionalizarse y participar en un mundo globalizado. El problema, entonces, no radica en el volumen de recursos que han salido, sino en el poco dinero que ha entrado.
De los 22.800 millones de dólares brasileños invertidos en el exterior, la mayor parte -13.200 millones- corresponde a la compra de la minera canadiense Inco por parte de la Vale do Rio Doce. La Vale actúa en un sector, la minería, concentrado en pocas empresas en el mundo, y es la segunda por tamaño en su segmento. Otra área en que Brasil ha extendido su presencia internacional es la siderurgia, que vive una fuerte reestructuración en todo el mundo.
Expansión industrial
En ese campo, la siderúrgica Gerdau lidera la lista de empresas brasileñas más internacionalizadas, seguida por la constructora Norberto Ordebrecht, de la misma Vale y de la estatal del petróleo Petrobras. Mayor productora de acero de las Américas, la Gerdau ha adquirido, solamente en 2006, tres grandes siderúrgicas en Estados Unidos.
La verdad es que, este año, la expansión de industrias y empresas brasileñas a lo ancho y a lo larga del mapa ha sido especialmente intensa. La misma Gerdau estudia nuevas posibilidades en China y en países del Este europeo, la Sadia -principal exportadora de carne de pollo, de cerdo y de embutidos- ha iniciado la construcción de una fábrica en Rusia, la MarcoPolo -fabricante de autobuses y camiones sobre plataformas producidas por Mercedes Benz, Scania Vabis y Volkswagen- tiene plantas en Colombia, México, Portugal, África del Sur y Rusia -acaba de crear una joint venture con Tata Motors, en la India-. La Sabó, que produce componentes de automoción, cuenta con fábricas en Alemania, Hungría, Austria, Argentina y, en febrero del año que viene, inaugura otra en Japón y construye otra en EE UU.
Algunas de esas empresas -y otra vez aparece la Gerdau en el primer puesto de la lista- obtienen partes sustanciales de sus ingresos en el exterior. La siderúrgica, que desde los años ochenta actúa en otros países, ha pasado este año a tener el 40% de su fuerza de trabajo fuera de Brasil. La MarcoPolo mantiene, fuera de las fronteras brasileñas, el 46% de sus activos y obtiene alrededor del 37% de sus ingresos.
Al examinar ese movimiento, los analistas recuerdan un factor que ha servido, a lo largo de los últimos 18 meses, para estimular el incremento de las inversiones brasileñas en otros países: la sobreevaluación del real frente al dólar. Con el cambio actual (2,15 reales por dólar, cuando todas las proyecciones preveían que la cotización mínima sería de 2,55), las empresas vislumbraron la posibilidad de comprar activos y entrar en mercados más atractivos que invertir en Brasil y luego exportar.
El mismo razonamiento funcionaría para los capitales internacionales a la hora de enviar recursos para Brasil: de mantenerse el actual cambio, los costos en dólares se elevan, disminuyendo el interés. Para culminar, el bajo crecimiento de la economía brasileña completa esa ecuación negativa. Mientras la economía mundial experimentó un crecimiento medio de 4,8% en 2005, Brasil creció un escaso 2,3%. En 2006, el mundo deberá crecer un 5,1%, y Brasil difícilmente subirá algo más del 3%. Con eso, la perspectiva es que las empresas brasileñas -principalmente industriales- sigan expandiéndose por el mundo.
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