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Reportaje:

Cien años de "la más grande"

El Ayuntamiento rememora el centenario del nacimiento de la cantante Concha Piquer en su casa-museo de Valencia

Tatuaje, Ojos verdes y Sin embargo te quiero. Jamás un sentimiento popular ha sabido pronunciarse mejor que a través de la utilización de estas canciones, al margen de la voluntad creadora de sus letristas e intérpretes. El Ayuntamiento de Valencia y la Casa del Artista conmemoraron ayer el centenario del nacimiento de la cantante valenciana Concha Piquer (1906-1990) con el descubrimiento de una placa como homenaje y la realización de una ofrenda floral ante su escultura.

En su Crónica sentimental de España, Vázquez Montalbán apuntaba cómo se articulan los mecanismos de la canción para contribuir a fraguar el imaginario colectivo, en unos años en los que se enaltecía a toreros y folclóricas y el amor debía ser puro y casto, siempre bajo la bendición de Dios. Y así, las coplas y los temas de mayor éxito del franquismo se convirtieron en eficaces transmisores de normas de conducta moral. Una historia, y una memoria, en colorines.

"Los valencianos se han volcado en este centenario", aseguró la concejala de Cultura, María José Alcón, ante la treintena de personas asistentes al acto. El descubrimiento de la placa en la Casa-Museo de la artista, situada en el número 23 de la calle Ruaya de Valencia, y una exigua ofrenda ante el busto de "la más grande" han sido los dos únicos actos conmemorativos organizados por el consistorio valenciano. "Desde el Ayuntamiento siempre nos gusta recordar las fechas importantes", afirmó la concejala.

Por su parte, Vicente Molla Suco, director de la Casa del Artista, con el empaque señorial y el tronío propio del día, anunció para sorpresa, por desconocimiento, de María José Alcón, que los actos de conmemoración de "la número uno" continuarán con una gala homenaje a La Piquer, de artistas valencianos en el Palau de la Música en "fechas próximas".

No hay duda de que Conchita Piquer fue la figura indiscutible de la canción popular española de posguerra. No sólo por la dimensión inmensa de su figura artística, por su forma indiscutible de entonar la canción española, sino por ser la creadora definitiva de la copla.

Voz prodigiosa

La Piquer, devenida icono gay, musa del casticismo racial, reivindicada por los progres, y constante referencia en la banda sonora de Radiolé: la voz de la Piquer no tenía discusión, era prodigiosa. Lo fue cantando copla y tonadillas.

Y tuvo su gracia, en lo excesiva y lo teatral, interpretando esas canciones magnéticamente intrascendentes y profundas con mucho golpe de pecho, que la convirtieron en un ejemplo a imitar por divas y travestís. La memoria camp de un país, por cierto, bastante desmemoriado con su historia.

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