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El pueblo más portugués de España

Olivenza es el pueblo más portugués de España: fue Olivença durante 504 años, desde 1297 hasta 1801. Ese año, el general Godoy lo ocupó con 40.000 soldados durante la Guerra de las Naranjas, llamada así porque el invasor envío un cesto de frutas recogido en la también conquistada Elvas a la reina María Luisa (su presunta amante).

Según los vecinos de la "muy noble, notable y leal villa", en Olivenza apenas se habla ya la lengua de Camoens, aunque sus habitantes la llaman "la vila" (en portugués), aunque muchos de los ancianos que juegan al tute en el Hogar del Pensionista discuten y blasfeman en perfecto portugués y muchos escolares de primaria y secundaria estudian el idioma en los colegios desde hace algunos años. "Es difícil hablarlo, pero cuando leemos los textos lo entiendo casi todo", dice Águeda, de 14 años.

En 205 años de soberanía española, Olivenza ha ganado bienestar y ha ido perdiendo bilingüismo. La Guerra Civil y la dictadura contribuyeron al regreso de muchos portugueses al otro lado de la Raya. La lusofonía se fue haciendo doméstica: en privado, en casa. "Los menores de 65 años apenas lo hablan ya", explica Yolanda Perera, un ama de casa, de 37 años. "Pero muchos ancianos siguen hablándolo. Mi abuela, por ejemplo, habla en portugués con sus amigas. ¡Sobre todo cuando no quiere que me entere de algo!".

En los últimos tiempos, en cambio, cada vez más portugueses vienen a trabajar y a hacer compras a Olivenza, huyendo del IVA del 21%. "Con la crisis, estamos bastantes aquí. Pagan un poco mejor y es más fácil encontrar trabajo", cuenta Fernando Branco, vecino de Elvas, camarero en el restaurante Dosca.

Vienen sobre todo a la restauración y a la construcción; un sector que, según se ve en el centro, lleno de obras, tira de la economía local. Manolo Silva, albañil, cuentan que en Construcciones Jerónimo todos los currantes son españoles.

Olivenza rezuma herencia portuguesa por cada rincón. Incluso el empedrado nuevo es portugués: pequeñas piedras blancas y negras haciendo dibujos.

Ramón Rocha, el alcalde, es andaluz de origen pero presume de pueblo mestizo y de cuidar la tradición lusa: "Intentamos no perderla. Es nuestra historia y estamos orgullosos. Intentamos mantener también la lengua; es un elemento más de nuestra cultura".

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