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Entrevista:Mohamed El-Kouch | Nuevos vascos

"Algunas personas tienen miedo a lo desconocido"

Sin contar Larache, donde nació, San Sebastián es la única ciudad donde Mohamed El-Kouch ha permanecido varios años. Llegó a la capital guipuzcoana en 2001 y, de momento, no piensa sumar un nuevo nombre a su particular y nutrido cuaderno de viajes, no precisamente de placer. Con sólo 15 años, optó por emigrar de su localidad natal, al noroeste de Marruecos. Sus padres, que a la postre se separaron, tenían "un montón de problemas personales". Ello, unido a las estrecheces económicas y a la falta de expectativas de futuro en su país, le empujaron a tomar su decisión.

Con la tarjeta escolar como única documentación, su primera parada fue Ceuta, donde entonces no tuvo problemas para entrar, según recuerda ahora, justo tres lutros después. El-Kouch se alojó en casa de su abuelo materno y empezó a estudiar electricidad. Tras año y medio, cuando vio que era capaz de comunicarse en castellano y de buscarse la vida, cruzó el Estrecho en barco e hizo la ruta Algeciras-Málaga-Madrid. En la capital española se quedó sólo unos días. "No me gustó el ambiente. Había mucha gente. Era jovencísimo y tenía miedo de que me pasara algo", rememora.

"Tras el 11-M, el pueblo español ha demostrado ser en general muy maduro"

Así que, una vez que logró colarse en el tren -no tenía dinero para pagar el billete-, tomó rumbo a Amsterdam. "Allí había muchos marroquíes asentados y pensé que tenía más posibilidades de trabajar", argumenta, pero el deseo de intentar mejorar su situación le llevó a ir cambiando de ciudad cada cierto tiempo. A la capital holandesa le siguió París. Luego se trasladó a Barcelona, donde un compatriota, previo pago de 500.000 de las antiguas pesetas, le ayudó a conseguir el permiso de residencia y trabajo cuando ya había perdido toda esperanza. Sus siguientes destinos, ya con los papeles en regla, fueron Palma de Mallorca, Tenerife y, por fin, San Sebastián.

Allá donde ha llegado, primero sin papeles y luego con ellos, El-Kouch ha trabajado en lo que ha podido: tiendas de marroquinería, supermercados, restaurantes, hoteles,... En la actualidad, está empleado en una empresa de reparto. "Estoy bien, aunque no es el empleo que más me gusta. Preferiría trabajar de electricista, pero es muy difícil, porque hay mucha gente que hace lo mismo", comenta. Hace un tiempo siguió un curso de electricidad en Lasarte y pudo ejercer la profesión durante seis meses, pero luego no ha vuelto a tener la oportunidad, salvo para realizar algunas chapuzas. ¿Cree que puede influir su origen? "No sé... Hombre, si no te conocen es más difícil".

En cualquier caso, el joven se siente integrado en la ciudad. "La mayoría de mis amigos son de San Sebastián o alrededores. No tengo problemas para relacionarme con ellos". Muchas de estas amistades colaboran con SOS Racismo. "Formamos parte de un grupo de sensibilización, al que cada vez se acerca más gente joven con ganas de conocer otras culturas", destaca.

Admite, con todo, que en ciertas ocasiones siente miradas discriminatorias. Un ejemplo: "Al entrar en un bar, algunas personas de alrededor que tienen el teléfono móvil sobre la mesa, lo cogen. Desconfían, tienen miedo a lo desconocido", precisa.

Eso sí, El-Kouch se niega a caer en las generalizaciones, a actuar precisamente como las personas que se empeñan en vincular inmigración con delincuencia. Por ello aclara que quienes actúan de una forma discriminatoria son "la minoría". Es más, señala que tras el 11-M, mucha gente pensó que la población española iba a tener "una reacción negativa" hacia la población musulmana. "Sin embargo, el pueblo español ha demostrado ser en general muy maduro, ha tenido una reacción sensata", sostiene.

El joven no elude el debate sobre la inmigración. Tiene claro que las personas que se juegan la vida en una patera se hallan "desesperadas" y buscan una vida mejor. Opina que el control policial "no es una solución" y sostiene que Europa tiene "una gran responsabilidad" respecto a la situación que vive África.

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