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Reportaje:

Un Gabinete que no está a la altura de las promesas

Pese a las propuestas de consenso, el Gobierno de Felipe Calderón responde a los grupos de presión del Partido Acción Nacional

Desde las elecciones del pasado 2 de julio, Felipe Calderón prodigó un mensaje conciliador, tendió la mano a su adversario derrotado por un estrecho margen de votos y prometió encabezar un gobierno de unidad nacional. Durante meses, Calderón respondió con buenas palabras y gestos amistosos al desafío del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y de su líder, Andrés Manuel López Obrador, que califican de robo el resultado electoral. El pasado 18 de noviembre, Calderón envió una carta a los tres partidos que apoyan al candidato derrotado para ofrecer un camino de colaboración. "Saludo que nuestras coincidencias sean mayores que las discrepancias que nos separan", decía en la misiva.

La figura más polémica es el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña
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Hasta aquí las buenas palabras. Los hechos han venido después, con la formación del Gabinete que tomará posesión hoy. Quienes esperaban ver nombres de consenso y una voluntad de integración han quedado decepcionados. No es ni por asomo un gobierno de coalición. Representa, esencialmente, a los distintos grupos de presión en el seno del oficialista Partido Acción Nacional (PAN).

La figura más controvertida es, sin duda, el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, ex gobernador de Jalisco. Dentro del equipo político, se trata de uno de los cargos más relevantes, por ser el encargado de incorporar a otras fuerzas políticas para llegar a acuerdos y lograr reformas. Su nombre fue cuestionado desde que apareció en las primeras listas de posibles ministros. Por una parte, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) acusa de guerra sucia a Ramírez Acuña desde su puesto de gobernador en las elecciones en Jalisco del pasado 2 de julio.

El PRD y otros partidos de izquierda recuerdan la violenta represión policial contra las manifestaciones antiglobalización en Jalisco en 2004. "El nombramiento de Ramírez Acuña es una mala señal", dice Tamara Taraciuk, de la organización Human Rights Watch (HRW). "Pareciera que Calderón ha optado deliberadamente por la mano dura, que es gran parte del problema y no la solución". El 30 de octubre pasado, el director ejecutivo de HRW, José Miguel Vivanco, envió una carta a Calderón en la que planteaba la necesidad de una reforma policial, de la justicia y otras recomendaciones en la defensa de derechos humanos. No ha habido respuesta.

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En el resto del equipo político del Gabinete causó sorpresa la designación de Patricia Espinosa, como secretaria de Relaciones Exteriores, que, según fuentes próximas a Calderón, responde más a la cuota femenina en el Gobierno que a criterios políticos. La flamante ministra fue convocada de urgencia desde su puesto al frente de la Embajada en Viena y recibió la noticia en el último momento. Hasta la fecha no ha tenido ningún papel destacado en el servicio exterior mexicano.

La mayor decepción se ha producido en el área social del Gabinete, donde, según distintas fuentes consultadas, se ha dejado sentir la influencia de los grupos más conservadores del PAN. Aparentemente, Calderón habría deseado un perfil más progresista para tan delicado sector, en aras de articular futuros consensos con la oposición de izquierda. Julio Frenk era su candidato para seguir al frente de la Secretaría de Salud, pero las presiones de los círculos más inmovilistas y de la Iglesia le dejó fuera del Gabinete. Frenk ha mantenido posturas controvertidas dentro del equipo de Vicente Fox, como la defensa de la píldora del día después. Para la Secretaría de Desarrollo Social sonó con insistencia del nombre de la priísta Beatriz Paredes, ex candidata al Gobierno del Distrito Federal, como un guiño a la izquierda y al PRD. El ala dura del PAN rechazó la propuesta. Calderón sólo pudo incluir en el gabinete social a su estrecha colaboradora Josefina Vázquez Mota, ex coordinadora de campaña, que ocupará la Secretaría de Educación. "Después de la batalla campal que supuso el nombramiento del equipo social, Calderón pidió un apoyo más decidido y menos condicionado de su partido", recuerda el periodista y escritor Jorge Zepeda Patterson, que prepara un libro sobre la llegada de Calderón al poder.

El equipo económico es el que ha arrancado los mayores aplausos, sobretodo en los sectores financiero y empresarial. Incorpora a dirigentes conocidos por los mercados por su filiación neoliberal, como Agustín Carstens (Hacienda) y Luis Téllez (Comunicaciones y Transportes). En política económica cabe esperar continuidad. Sin embargo, el nuevo equipo insinúa una mayor beligerancia hacia los monopolios públicos y privados, de enorme peso específico en México, que constituyen un freno a la competencia y al crecimiento, según ha puesto de relieve un informe del Banco Mundial.

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