"Todos en el restaurante estamos preocupados"
Aunque ha sido ya limpiado de las radiaciones detectadas el viernes, más de tres semanas después de que Alexander Litvinenko comiera allí un plato de sushi con su contacto italiano, el restaurante japonés Itsu, en Piccadilly Road, sigue cerrado. Una mujer policía hace guardia frente la fachada, tapada por una gran valla de elegante gris oscuro que da una idea de la importancia que la cadena otorga a la imagen y el diseño. Un inmenso cartel remite a potenciales clientes a las dos sucursales más cercanas, en Regent Street y en Hannover Square.
Los dos están a tiro de piedra, pero el Itsu de Hannover Square queda algo más a mano. Es la hora del lunch y el local, pequeño y luminoso, está abarrotado de gente. No es un restaurante, desde luego, sino un bar de comida para llevar con media docena de asientos en una barra junto a la cristalera y otros pocos en la calle. Los aparadores, de brillante acero inoxidable, están repletos de sushi y otros platos de comida rápida. Es evidente que Litvinenko escogió esa cadena como su lugar de citas por el gentío y el trasiego más que por la comida, tan pulcra como inodora y probablemente insípida.
Al Millenium Hotel se llega tras un corto paseo. Dos furgonetas policiales y un equipo de televisión en la puerta son la primera alerta de que algo ha pasado allí. "El Pine Bar está cerrado", explica el camarero del Turners Bar, al otro lado del desértico hall. Tras una brevísima síntesis de las causas del cierre, tanto el camarero como el encargado prefieren no entrar en detalles y remiten al periodista a la dirección del hotel.
¿Están los empleados preocupados? "No", se apresura a responder el encargado. "Todos estamos preocupados", ataja el camarero con más sinceridad que desafío en el rostro. "¿Tú estás preocupado?", inquiere el encargado. El camarero calla y sigue secando copas con la cabeza gacha, pensando sin duda en esa cosa llamada polonio 210.
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