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Entrevista:

Importantes retos para el futuro

El sector sufre la dificultad de encontrar productos nuevos y la presión sobre los precios

La industria farmacéutica como fenómeno global no logra franquear los retos planteados a finales del siglo pasado lastrando su desarrollo en el presente milenio. El sector sigue creciendo, pero a paso cada vez más cansino. En la base de este proceso está su dificultad para incrementar el número de productos nuevos en sus líneas de investigación. Para mantener el ritmo de crecimiento del que disfrutaron en la década de los setenta y de los ochenta del siglo pasado, los grandes laboratorios deberían ser capaces de obtener una media anual por empresa de unas 45 nuevas moléculas, a un coste de inversión combinado para las principales 20 empresas del sector del orden de los 3.000 millones de dólares anuales. Un ritmo de desarrollo y de inversión que, de acuerdo con los principales analistas del sector, es inabordable.

Para mantener el ritmo de crecimiento de los años ochenta, deberían encontrar unas 45 moléculas nuevas al año a un coste imposible
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El sector farmacéutico se concentra

Entretanto, los costes de investigación se han disparado. En 1997, la proyección de los gastos de investigación hecha por los analistas estimaba que el desarrollo de cada nueva molécula sería de entorno a los 500 millones de dólares para 2005. Hoy las estimaciones colocan la inversión media necesaria para el desarrollo de cada nueva molécula en una cifra del orden de los 700 millones de dólares, afirma Neal Ransome, analista jefe de PricewaterhouseCoopers para el sector farmacéutico.

El segundo problema básico de la industria es el de los precios. Los principales compradores de fármacos a escala global son las seguridades sociales y sistemas públicos y privados de sanidad. Éstos, a su vez, llevan una batalla sistemática por abaratar sus costes. El envejecimiento de la población en el mundo desarrollado, la incorporación de nuevas y más caras medicinas que aseguren una mejor calidad de vida y la presión de las sociedades por recibir la adecuada atención han disparado los costes de la sanidad pública y de los seguros privados de salud. De ahí el pulso que se libra entre las administraciones públicas y los seguros de salud con la industria farmacéutica.

La presión sobre los precios no proviene sólo de los compradores, sino también de los vendedores, la industria de genéricos que explota las patentes vencidas o los huecos jurídicos que les permiten la producción. Las patentes que vencen en 2007 en todo el sector representan unas ventas combinadas de 20.000 millones de dólares por año.

Éstos son los pilares que explican, en cierta medida, el paradigma de la industria: la búsqueda de la piedra filosofal. Es decir, un medicamento con una población potencial lo más amplia posible y con el mayor espectro posible de prescripciones. Como el ideal es sólo imaginario, lo que queda es la realidad. Como ejemplo curioso, el detalle de las ventas en el tercer trimestre de este año del laboratorio estadounidense Ely-Lilly muestran que su medicamento antipsicótico Zyprexa ha supuesto ingresos por 1.084 millones de dólares sobre unas ventas totales en el mismo periodo de 3.864 millones de dólares, lo que representa un 28%. La búsqueda de este tipo de moléculas es la persecución del best seller. Todo parece indicar que este paradigma está en crisis o no es el recurso razonable para afrontar los retos presentes.

Frente a él, el modelo de la búsqueda de los medicamentos diana, es decir, dirigidos a un mal específico, asomó como modelo alternativo hace algunas décadas, pero comienza a cristalizar a partir de finales del siglo pasado. Los promotores de este modelo fueron esencialmente las denominadas biotecnológicas. Posiblemente el ejemplo más claro sea el de los anticuerpos monoclonales. Roche, uno de los grandes de la industria farmacéutica europea y sexto grupo a nivel mundial por ventas, ha vendido productos en el tercer trimestre de este año por valor de 6.782 millones de francos suizos. De este total, 2.134 millones corresponden a medicamentos oncológicos de última generación, como Rituxan, Herceptin y Avastin. No en vano, Roche es el accionista mayoritario de la biotecnológica Genentech.

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