Galgos y podencos
Mientras aquí se ultima la puesta en marcha, de una vez por todas, del Banco Europeo de Finanzas (BEF) integrado por las cajas andaluzas, la Caixa pone en venta su amplísima cartera de participaciones industriales. Mientras en Andalucía aún se carece de un instrumento financiero poderoso y propio para defender sus intereses en sectores estratégicos, la entidad catalana capitaliza su presencia en importantes sociedades mercantiles para acaparar recursos e invertir en el extranjero, con la vista puesta en la adquisición, incluso, de bancos en Europa del Este. Mientras que en nuestra comunidad estábamos a la espera de la luz verde de un reticente Banco de España para la operación del banco andaluz en el que se va a convertir el BEF, esa misma autoridad celebra el paso dado por la caja catalana y, además, no ve inconveniente alguno en que engulla a pequeños bancos, aunque sean foráneos.
Mientras se ha estado perfilando, con más lentitud de la esperada, el grado de implicación de las cajas en dicho banco, otros corren más y ganan terreno adquiriendo un buen trozo de la tarta en la que se han convertido las empresas eléctricas españolas en su conjunto, tal y como ha ocurrido con la CAM que se ha hecho con el 5,15 % de Unión Fenosa convirtiéndose así en el tercer accionista de una sociedad que está llamada a protagonizar un destacado papel en el agitado escenario de las energéticas en Europa. Mientras aquí, un reducido número de empresarios constituyen una modesta Sicav para obtener los suficientes recursos e invertir en actividades de interés para Andalucía, en Galicia, sólo un empresario, Manuel Jove, el ex propietario de la inmobiliaria Fadesa, aprovecha el dinero fresco que le ha entrado en caja por la venta de dicha entidad y del 5% de Fenosa, para plantearse la compra, probablemente esta semana, de una participación significativa de Endesa.
Mientras nos preparamos para el palo que supondrá la inestabilidad en la que ha entrado EADS, con la aplicación de expedientes de regulación de empleo que afectarán a centenares de trabajadores andaluces, en Cataluña, Pascual Maragall arranca el compromiso de José Luís Rodríguez Zapatero para ocupar él, en nombre de nuestro país, un puesto en el consejo de administración de dicho consorcio europeo. Está clara su intención. No lo hace para buscarse un retiro dorado. Si le dejan, arrimará el ascua a su sardina y potenciará desde su privilegiada posición la industria aeronáutica en Cataluña. El todavía presidente de la Generalitat siempre se ha lamentado en público de la escasa presencia de la misma en su comunidad especialmente castigada por las deslocalizaciones y por el lastre que supone una industria obsoleta y desfasada. Mira con envidia cómo, en cambio, Andalucía se ha convertido en uno de los polos aeronáuticos del país, condición que se ha propuesto, abiertamente, arrebatarnos y Zapatero, puede que le ayude a ello si es que, finalmente, accede a su petición.
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