Factor duradero
Cerca de concluir el año, el balance resulta satisfactorio, tanto por los registros económicos, que han mejorado las previsiones, como por la respuesta positiva de los mercados financieros, en especial de las bolsas. Pero más allá del resultado para los inversores hay que subrayar la reducción de incertidumbre entre los agentes económicos, reflejada en el descenso generalizado de las volatilidades en la mayoría de activos financieros, así como de las primas de riesgo, que se han estrechado hacia niveles sin precedentes.
Buena parte de este efecto se debe a las moderadas expectativas en la evolución de los tipos de interés, históricamente bajos para una fase alcista del ciclo. Varios argumentos lo han venido determinando, con rentabilidades a largo plazo por debajo del 4% en el área euro y en el entorno del 5% en Estados Unidos. En primer lugar, el efecto depresor que la credibilidad de las políticas monetarias ha ejercido sobre la volatilidad de las perspectivas de inflación a largo plazo. Además, los bancos centrales no sólo están siendo más eficaces en la suavización de los ciclos sino también más previsibles gracias a políticas de comunicación más transparentes.
La actitud más conservadora de las empresas está favoreciendo el saneamiento financiero sobre las estrategias expansivas
En segundo lugar, el desequilibrio global entre las necesidades de ahorro y los planes de inversión parece haberse reducido. En buena medida, la actitud más conservadora de las empresas está favoreciendo el saneamiento financiero sobre las estrategias expansivas. Por otra parte, la enorme generación de ahorro y la acumulación de divisas en Asia y los países productores de petróleo han permitido financiar los desequilibrios que han acumulado los países desarrollados.
Sin embargo, el último informe trimestral de la OCDE, que analiza las tendencias en los mercados financieros, destaca el papel fundamental en la contención de los tipos a largo plazo propiciado por los cambios en las carteras de los inversores institucionales y, en especial, de los fondos de pensiones. La necesidad de disminuir los riesgos en la gestión condiciona sus preferencias por activos de renta fija y con vencimientos cada vez más largos. Mientras que algunas de las razones citadas tienen un componente cíclico, la demanda estructural por instrumentos de renta fija parece un factor más duradero que limitará el recorrido al alza de los tipos a largo, aunque no esté agotado el tensionamiento de los bancos centrales.
Johanna Prieto y César Cantalapiedra son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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