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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un lúcido nocturno

Suele decirse (y es verdad) que el grupo de la revista Contemporáneos -no sólo poetas, pero poetas esencialmente- representó para México lo mismo que la llamada generación del 27 en España: un paso decisivo en el asentamiento de una cultura moderna y cosmopolita en el país -o en parte de sus élites- y un alto techo de calidad formal, en autores como Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen o Jorge Cuesta, entre otros. Podría agregarse que, de algún modo, son hijos de la mejor cultura europea del momento seleccionada (Gide, Cocteau o el surrealismo, mejor que las primeras vanguardias) y de la labor de personajes tan cimeros y plurales como Alfonso Reyes. Y rematar añadiendo que Octavio Paz -que los conoció, admiró y trató- viene a ser el más decantado producto filial del grupo. Pero no conviene olvidar que el México coetáneo de los Contemporáneos estaba dominado por gobiernos ultranacionalistas -herederos del lado más autóctono de la Revolución- y por una cultura oficial donde el indigenismo y el compromiso social (la novela de la Revolución, Azuela, los muralistas) se enfrentaban resueltamente al cosmopolitismo tachado de esteticista y aun de "femenino", no únicamente aludiendo a una supuesta falta de fuerza, sino además al carácter homosexual -más o menos velado- de algunos componentes del grupo como Cuesta, Villaurrutia y más llamativamente Novo. Los Contemporáneos triunfaron, pues, en medio de la pelea y la polémica tenaz, y ello no debe preterirse. (La mayoría de estos aspectos quedan muy bien explicados en el minucioso estudio introductorio de Rosa García Gutiérrez, excelente, pero acaso largo como prólogo a unas poesías, pues ocupa 218 páginas. Bien que -me pongo a su favor- los poetas de Contemporáneos sigan siendo muy insuficientemente conocidos en España).

OBRA POÉTICA

Xavier Villaurrutia

Edición de Rosa García Gutiérrez

Hiperión. Madrid, 2006

445 páginas. 22 euros

Más información
Deuda de reconocimiento

Villaurrutia (Ciudad de México 1903-1950) fue uno de los principales creadores del grupo. Intervino en las polémicas literarias, publicó y representó ensayos y teatro, pero su poesía -un corpus relativamente breve- sólo era minoritariamente conocida cuando él falleció, joven aún. Su primer libro, Reflejos -1926-, es sólo un claro ejercicio de "poesía pura". Y su última obra editada, Canto a la primavera y otros poemas (1948), encarna parte del neorromanticismo de su etapa final, sin logros deslumbrantes. La gran poesía de Villaurrutia (con algo de surrealismo, muy filtrado por la razón, y no poco del romanticismo simbolista, aprendido en el libro de Albert Béguin El alma romántica y el sueño) está en Nocturnos (1933) y en las dos ediciones -ampliada la segunda- de Nostalgia de la muerte (1938 y 1946), no olvidando que el título de este clásico de la poesía mexicana moderna procede de Novalis. Como Aleixandre prefería "superrealismo", Villaurrutia habló de "sobrerrealismo" (más clara traslación del francés) para la faceta hispánica del "surrealisme", que en absoluto fue copiado sin más por los mejores.

Hombre de carácter melan

cólico o ciclotímico, Villaurrutia da lo mejor de sí cuando combina su vertiente racional con la expresión del "otro lado", que es la niebla y la fragilidad del ser, pero asimismo su deseo homosexual y la ambición de la muerte como realidad cotidiana y sueño sedante. Su Nocturno de los ángeles, escrito en Los Ángeles a fines de 1936, es uno de sus más bellos y explícitos poemas, emparentable -sin más precisiones críticas- con Cernuda. Villaurrutia redescubrió la importancia y calidad de los Nocturnos darianos, y en general de esa veta de la poesía modernista, y supo hacerla propia. Descensos al corazón del alma trémula y del desasosiego, sin perder lucidez, control de la voz y armonía, "cuando la vida o lo que así llamamos inútilmente". Con todo (poeta sin duda de refinada calidad), Villaurrutia no es Lorca, ni Cernuda ni Aleixandre: resulta mucho menos pasional. Los Contemporáneos mexicanos son, en general, más intelectualistas que nuestros más similares poetas del 27. Es decir, el tacto -que no el mundo- de Villaurrutia está más cerca de Guillén que de los arriba mencionados, que paradójicamente le son más próximos. Acaso la lectura de la breve pero alta obra de Xavier Villaurrutia (sobre todo de Nostalgia de la muerte) ayude a algunos lectores españoles, hoy todavía, no sólo a descubrir a un imprescindible poeta, sino por añadidura a todo su entorno poético y cultural -el orbe de los Contemporáneos- mucho más sugeridor e importante que la notoria obra solitaria de ninguno de sus miembros. Muy recomendable.

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