La fachada es el espejo del alma de la ciudad
Barcelona ha acometido en los últimos años un proceso persistente que ha permitido recuperar fachadas espléndidas ocultas antes por la suciedad y la desidia. Es un trabajo lento, delicado y que necesita esmero. Es posible que ahora, cuando hay paredes que da gusto mirar, se aprecie mejor lo que queda de una historia de chapuzas e improvisaciones que han dado en lo que el lector José Antonio Millán denomina "la destrucción de la ciudad". Y como ejemplo remite algunas imágenes que se pueden contemplar en su web.
Una de ellas, "la farola esgrafiada", se halla en la confluencia de ronda de Sant Pau y Sant Antoni; otra, en Torrent de l'Olla y una tercera, en la carretera de Sants.
El Instituto de Paisaje Urbano, que se encarga de promover la mejora de las fachadas, entre otras cosas, explica que hacen lo que pueden porque lo que no pueden es "sancionar". Eso corresponde a los distritos. Pero hay veces en las que la sanción resultaría incluso un contra sentido porque el sancionado sería, como es el caso de las dos farolas que se reproducen junto a estas líneas, el propio Ayuntamiento.
Las dos farolas (una en Gràcia y otra en Ciutat Vella) son municipales. La primera se halla sobre un esgrafiado antiguo que algún día será renovado, según anuncia un cartel propagandístico de la campaña "Barcelona, ponte guapa". La segunda, en cambio, está en una fachada ya limpia en todo menos en el elemento de mobiliario urbano municipal.
El Ayuntamiento explica que se trata de elementos con una gran antigüedad y que la voluntad es corregir estas situaciones cuando se localizan y es posible. No hay ninguna duda de que se comunicará al área de mantenimiento que así debe hacerlo.
La fachada de la casa situada en la carretera de Sants es un caso ligeramente diferente. Se trata de un edificio modernista y catalogado. Sometido, por tanto, a especial protección, al que se han añadido no pocos elementos que nada tienen que ver con el diseño original: desde una caja que parece de teléfonos, hasta una serie de cables que afean por demás.
"Es verdad, el resultado es feo", explica Josep García Puga, gerente del distrito de Sants, quien añade de inmediato que no se procederá a sancionar a los propietarios. "Se les comunicará que deben arreglarlo y que hay ayudas municipales para hacerlo", dice García Puga, quien explica el hecho por cómo se hacían las cosas hace mucho tiempo.
Mucho y no tan mucho, si se juzgan los otros casos, en los que el municipio se ha comprometido también a modificar la situación. "Lo hacemos siempre que nos llega la información", afirmó un responsable del área de Mantenimiento.
Si la cara, dice el refrán, es el espejo del alma, el espejo de la ciudad son sus fachadas. Barcelona ha mejorado desde que sus edificios reflejaban la oscuridad industrial sin atención al medio ambiente. Y aún le queda. Baste un ejemplo: hace un tiempo el responsable de Paisaje Urbano, el republicano Jordi Portabella, inauguró una fachada del distrito del Eixample recuperada con subvención municipal. Le machacaron la foto porque en ella ya se había colocado un elemento inadecuado: un anuncio que carecía de permiso.
Para asuntos que tratar en esta sección pueden dirigirse a Catalunya@elpais.es a la atención de Francesc Arroyo.
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