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Reportaje:Elecciones legislativas en EE UU

Los republicanos vuelven a sus viejos y duros principios

Los conservadores radicales arguyen que con los mensajes moderados pierden muchos votos

Antonio Caño

El presidente George W. Bush ha enviado hasta ahora signos conciliadores hacia la nueva mayoría demócrata en el Congreso, pero eso no significa automáticamente que la nueva minoría republicana acepte dócilmente esa misma estrategia. Los primeros indicios apuntan más bien a lo contrario: los sectores más radicales del conservadurismo norteamericano mantienen sus posiciones en las cámaras legislativas y culpan a los moderados por el terreno perdido en las elecciones del martes.

El principal avance demócrata en estos comicios se ha producido en las regiones del norte y el medio oeste en las que competían, precisamente, contra los candidatos republicanos más moderados. El avance demócrata ha sido menor en el sur, principal reducto de los conservadores vinculados al fanatismo religioso. De los 28 escaños ganados por la oposición en la Cámara de Representantes, 20 lo fueron en el norte y el medio oeste, cinco en el sur y tres en el oeste. De esta manera, los republicanos moderados han perdido, según el cálculo de los analistas políticos, una decena de sus menos de 30 miembros en la Cámara de Representantes.

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A la hora, pues, de buscar responsables de la situación y de escoger un camino para el futuro, empieza a perfilarse un Partido Republicano que renuncia a los sueños imperiales de los neocon en el ámbito internacional, pero que mantiene sus lazos con los grupos religiosos y recupera la política de rigor del gasto público que dieron fama tanto a los Gobiernos de Ronald Reagan como a la revolución conservadora de Newt Gingrich.

Se perfila, por tanto, un republicanismo más realista en la manera de afrontar los problemas internacionales, pero todavía muy ideológico y muy hostil para los demócratas en materia fiscal y gasto social; un republicanismo que, dada la exigua mayoría con la que contará el partido de la oposición, hará muy difíciles los cambios que los ganadores del martes prometen.

El diario conservador The Wall Street Journal destacaba ayer el dato de que sólo uno de cada cinco votantes manifestasen en los sondeos que confiaban más en los republicanos "para mantener los gastos del Estado bajo control" y añadía que esto se debe a que el Partido Republicano ha actuado como un grupo derrochador durante sus últimos dos años en el Congreso.

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Teniendo en cuenta que, en esos mismos sondeos, el 58% de los votantes se sigue pronunciando a favor de menos servicios públicos y menos impuestos -por un 28% a favor- la solución que The Wall Street Journal y la mayoría de los dirigentes republicanos ofrecen hoy es clara: volver a Reagan, volver a Gingrich, volver a hacer campaña como los campeones de los bajos impuestos, el escasísimo gasto público y el mínimo Estado.

En esa batalla, creen muchos republicanos, pueden encontrarse con el considerable número de demócratas conservadores que fueron elegidos el martes. Gingrich ha comentado que, si se cuenta a este último grupo, el balance en el Congreso es favorable a la política de conservadurismo fiscal.

"Perdimos porque nos separamos del principio del Estado limitado que sostenía este Congreso republicano", ha manifestado en una carta a sus colegas el influyente representante Mike Pence. "Es hora de volver a las políticas que nos dieron la mayoría en 1994", ha declarado, aludiendo al Contrato con América de Gingrich, el representante John Shadegg. Pat Toomey, presidente del think tank conservador Club para el Crecimiento, asegura que "el Partido Republicano ha abandonado completamente su etiqueta como el partido del Estado limitado".

Así pues, firmeza fiscal para ser la primera pata de la plataforma republicana con vistas al futuro. La otra seguiría siendo la que ya es uno de los actuales soportes: la intransigencia en cuanto a valores y moral. También en esta materia, los resultados del martes indican que los electores prefieren candidatos comprometidos con valores religiosos, tanto entre los republicanos como los demócratas.

James Dobson, presidente del grupo religioso Focus on the Family y uno de los personajes más poderosos del país, ha advertido que "los votantes no van a seguir la corriente al Partido Republicano con vistas a 2008 si ahora decide ignorar sus profundas convicciones y creencias". Este conservadurismo de cruces y parroquias casa mal con el otro ultraliberalismo fiscal, pero ninguno de los dos se siente fracasado en estas elecciones.

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